Pablo Iglesias llega el viernes a media mañana al barrio obrero de Usera, en la capital, después de haber respondido por teléfono a una entrevista en Onda Madrid. “Me quedan unos cuantos años en política”, declaró a la emisora a primera hora. Tras una campaña atípica, con menos actos públicos que de costumbre, el candidato de Unidas Podemos intensifica sus compromisos en la recta final de la carrera electoral. “¡Muchas fuerza, Pablo! Estamos contigo”, le saluda un grupo de incondicionales al bajarse del coche. Desde hace una semana, tras haber recibido sendas cartas con amenazas de muerte y munición, las muestras de apoyo se suceden en cada aparición pública.
En el arranque del mitin en el parque de Olof Palme, ante unas 200 personas, suena la melodía compuesta por Ismael Serrano para la candidatura de Iglesias, una especie de himno ciudadano entonado por un coro popular de voluntarios que llama a construir “un nuevo futuro”, muy en la línea del mensaje del partido dirigido a la “mayoría” social. Es la primera vez que Juan Carlos Monedero interviene en un acto con el cabeza de lista en toda la campaña y el fundador de Podemos, desde hace años en segunda línea, pronuncia un discurso muy crítico con el PP y alusiones a la historia: “Estamos en el lado correcto, con Federico García Lorca, no con los que lo asesinaron”.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, volcada en estos comicios, arropa también al candidato. Al terminar su intervención se produce una imagen poco usual en este tipo de actos. Iglesias y Montero, generalmente muy celosos de su intimidad, se abrazan y besan. El público comenta la escena y aplaude con ganas. El candidato de UP, que habla a continuación, afea a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sus palabras un día antes, cuando afirmó que él venía “del mal”. “Es una irresponsabilidad en un contexto en el que hay amenazas de muerte”, critica.
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