Por Juan Carlos Sánchez Magallán
Hoy cumplo 14 años en Excélsior, gracias a don Olegario Vázquez Raña y a su hijo, Olegario Vázquez Aldir. ¡A ellos reitero mi gratitud!
La Asamblea General de la ONU proclamó, en 2013, el Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas, pues de 2006 a 2019 fueron asesinados mil 200 periodistas en el globo.
António Guterres, líder de la ONU, declaró que “si no protegemos a los periodistas, nuestra capacidad para mantenernos informados y adaptar decisiones fundamentales se ve gravemente obstaculizada”, ciertamente, la seguridad de las y los periodistas es fundamental para que las sociedades democráticas tengan acceso a una información veraz, diversa, objetiva e independiente.
Cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y la Cultura (UNESCO) refieren que, en promedio, cada cuatro horas es asesinado un periodista y en 9 de cada 10 casos los asesinos siguen impunes.
Datos duros que no incluyen otros crímenes como la tortura, desapariciones, detenciones arbitrarias, intimidación y acoso. Esta resolución urge a los Estados miembros a implementar medios definitivos para contrarrestar la cultura de la impunidad y hacer todo lo posible para prevenir la violencia contra periodistas y trabajadores de los medios de comunicación, y asegurar que los responsables rindan cuentas ante la justicia.
Lo anterior es resultado del agotamiento y colapso de los sistemas judiciales y de seguridad pública en el mundo.
El subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Segob, Alejandro Encinas Rodríguez, en conferencia mañanera en Palacio Nacional, señaló que desde el 2006 hasta la fecha se tiene el registro de 260 periodistas asesinados en México; 101 en la administración de Felipe Calderón, 96 en la de Enrique Peña Nieto y 63 en la de Andrés Manuel López Obrador.
Se han creado las Fiscalías de Atención a Delitos contra los Periodistas, sin embargo, no producen resultados, además, se creó el Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de Derechos Humanos, que nos protege a mil 768 beneficiarios, que auxilia con medidas y recomendaciones de seguridad, como el botón de pánico en caso de sufrir alguna agresión. Sin embargo, la impunidad se sigue enseñoreando por el país. Ciertamente, el análisis, los comentarios y las opiniones de los periodistas a veces resultan incómodos para los hombres y mujeres que detentan el poder; en contrasentido, existen periodistas sometidos, sumisos y débiles o sin profesionalismo, consecuencia de las atenciones de las que son objeto por parte de los políticos de todos los niveles.
La confrontación y la diversidad en las ideas deben existir. El Club de Periodistas de México, dirigido con acierto por Mouris Salloum y Celeste Sáenz de Miera, es una asociación civil que nació en los años cincuenta del siglo XX bajo el nombre de Club Mexicano de Periodistas, para ayudar y defender al gremio periodístico de los abusos del poder. Su antecedente más remoto fue la Asociación de Periodistas y Escritores de 1872, donde Juárez y los liberales de su época defendieron con determinación la libertad de pensamiento y la manifestación de ideas.
Para fortalecer el periodismo mexicano, el presidente Adolfo López Mateos cedió al CPM el inmueble colonial de Filomeno Mata. En este recinto se ofrece una gran variedad de servicios a sus socios y a la sociedad en general, desde actividades artísticas, sociales y de cultura hasta exposiciones, salas de conferencia de prensa, etcétera. Anualmente realiza el certamen de la entrega de los premios nacionales e internacionales de Periodismo, donde un jurado integrado por periodistas determina a los ganadores, que son condecorados con medallas y diplomas por los trabajos periodísticos más destacados en todas sus expresiones, sin importar ideología, afiliación política, credo y nacionalidad.
¡Eso sí!, tienen que ser periodistas para ser reconocidos por sus pares. Es lo correcto. ¿O no?, estimado lector.
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