En mitad del mitin con el que cierra su campaña electoral, y con las emociones disparadas, Isabel Díaz Ayuso resume gran parte de su estrategia electoral en una anécdota: su recuerdo de cómo le comunicó a Pedro Sánchez que no cerraría la Comunidad de Madrid para combatir el coronavirus.
”No pienso cerrar Madrid porque no hay ningún motivo, porque no me da la gana y porque nadie me chantajea”, evoca. “Y llegaron las portadas, y las mentiras, nos llamaron peligrosos, asesina, sepulturera”, enumera. “Pero el pueblo de Madrid dio una lección al mundo de cómo tratando a la sociedad como adultos se pueden sortear todas las dificultades. Gracias”.
Los cientos de personas que se agolpan contra las vallas que ha dispuesto el PP rompen a aplaudir. Ya no hace falta que se afane el dj que lleva casi una hora calentando el ambiente. Es la última demostración de que no hay nada más estimulante para el electorado de Díaz Ayuso que la confrontación con el presidente del Gobierno. Y del presidente del Gobierno habla la presidenta de Madrid, para apuntalar el discurso de su líder, Pablo Casado, que le precede para asegurar que el 4-M empieza la cuenta atrás para desalojar a Sánchez de La Moncloa.
“Propongo una alternativa al sanchismo, que está regando de odio las calles de Madrid, intentando emponzoñar la campaña”, dice Díaz Ayuso tras reivindicar a Toni Cantó y Agustín Conde, expulsados de su lista por el Tribunal Constitucional al no cumplir los requisitos. “El problema de Madrid se llama Pedro Sánchez”, añade, mientras su madre le escucha emocionada y recibe un ramo de flores. “Pido una amplia mayoría para gobernar en libertad y evitar las injerencias de La Moncloa”, continúa. Y remata: “Vamos a demostrar que las cosas se pueden hacer de otra manera. Estamos en un momento único, moviendo a España desde estas elecciones”.
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