El pasado 26 de abril, el mismo día en el que eran asesinados en Burkina Faso los periodistas españoles David Beriain y Roberto Fraile, y el conservacionista irlandés Rory Young, unos 30 civiles morían también a manos de grupos armados en este país del Sahel. La violencia yihadista se ha extendido de tal manera en el norte y este del país que las fuerzas de seguridad del Estado, incapaz de hacerle frente, se ha replegado sobre las grandes ciudades, dejando vastas extensiones de terreno desprotegidas, al albur de grupos de radicales, bandidos y traficantes que imponen su ley, asaltan, extorsionan y secuestran con escasa oposición. No es solo Burkina Faso, ocurre en todo el Sahel. Unos 5,4 millones de personas huidas de sus hogares, según datos de Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), así lo atestiguan.
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