El FMI recomienda aumentar los impuestos a los ricos y a las multinacionales. La OCDE apunta a la necesidad de subidas fiscales en España una vez se asiente la recuperación. El G-20 y el Foro de Davos van en la misma línea. Alemania estudia recuperar el Impuesto de Patrimonio, y los Verdes, que lideran las encuestas en ese país, anuncian “subidas sustanciales” en varios tributos. Y EE UU patrocina un plan de estímulo multibillonario con alzas en el Impuesto de Sociedades y con un gravamen temporal a la riqueza. Hasta el Financial Times dice que la izquierda “está ganando la batalla de las ideas”, en relación al cambio de paradigma en la política económica desde la llegada de Ronald Reagan, Margaret Thatcher, la servilleta de Laffer —la curva según la cual una rebaja fiscal aumentará la recaudación, algo que la evidencia empírica ha descartado una y otra vez— y el Consenso de Washington. Con alguna excepción, esa es una tendencia global. Pero Madrid is different.
Todo el espectro conservador —PP, Vox y Cs— se presentó a las últimas elecciones generales, cuando la economía aún crecía a buen ritmo, prometiendo bajadas fiscales generalizadas. Cuando uno tiene un martillo ve clavos por todas partes: con una caída del PIB del 11% en 2020, las propuestas fiscales de la derecha siguen siendo bajar todos los impuestos. La candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, pretende aplicar “la mayor bajada de impuestos de la historia”; Vox y Cs defienden con uñas y dientes la fiscalidad de Madrid. Y hasta el PSOE ha borrado la palabra impuestos de su programa, en la línea que inauguró José Luis Rodríguez Zapatero con aquel “bajar impuestos es de izquierdas”. Solo Podemos y Más Madrid defienden ahora, oh paradoja, la postura del FMI, de la OCDE, del Financial Times y de Biden, ese señor moderado de 78 años que ha puesto patas arriba la política económica desde la Casa Blanca.
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