La duda persiste aún.

A medida que se desarrolla el escenario económico estadounidense, las expectativas y preocupaciones se entrelazan en un contexto de incertidumbre. Para cuando se lea esto, es probable que el Congreso de Estados Unidos haya ratificado un acuerdo crucial para evitar el cierre de las oficinas federales, lo que trae consigo un leve alivio en medio de un periodo prolongado de inactividad gubernamental. Esta situación ha generado una notable ausencia de datos económicos confiables durante mes y medio, complicando la capacidad de los analistas para formular pronósticos certeros, ya que tradicionalmente recurren a una variedad de fuentes oficiales.

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, enfatizó esta confusión al señalar que la economía estadounidense está “conduciéndose bajo la niebla”. En términos recientes, hay evidencia de un deterioro significativo en el empleo durante los meses de verano, mientras que la inflación solo ha mostrado ligeros efectos derivados de las tarifas arancelarias impuestas a varios países. Para el tercer trimestre, la Reserva Federal de Atlanta proyecta un crecimiento del PIB cercano al 4% a una tasa anualizada trimestral, elevando preguntas cruciales: ¿Estamos experimentando una fuerte desaceleración económica o se vislumbra estabilidad en el empleo? ¿Es factible que el crecimiento se mantenga sin un repunte en el mercado laboral?

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Las cifras anecdóticas, junto con los reportes de agencias gubernamentales y bancos regionales de la Reserva Federal, sugieren una economía en equilibrio. Las empresas siguen reportando crecimientos en sus resultados, superando las estimaciones y justificando las elevadas valoraciones de sus acciones. Además, las solicitudes iniciales por seguro de desempleo se mantienen relativamente estables, fluctuando entre 220,000 y 240,000. Aunque algunos ejecutivos han optado por pronósticos conservadores respecto al consumo, la realidad del mercado laboral no ha reflejado despidos masivos hasta ahora.

Existen indicios de que la incertidumbre ha afectado el consumo y la dinámica de los servicios, tal como lo muestran las encuestas de confianza del consumidor. Sin embargo, el motor de la economía parece estar impulsado por la inversión no residencial, destinada a aumentar la infraestructura y equipamiento. Este dinamismo, por lo tanto, es un aspecto a considerar al evaluar la salud económica general, así como también vale la pena notar que, aunque el empleo pueda deteriorarse en los próximos datos, la economía y el mercado podrían presentar un panorama sólido.

Este escenario plantea un nuevo reto para las decisiones de la Reserva Federal, cuya función es controlar la inflación mientras promueve el empleo. Una posible reducción en la tasa de interés podría no traducirse en un aumento significativo en el empleo, aunque sí podría ofrecer un nuevo impulso a los mercados bursátiles. Además, se avecina un impulso fiscal a raíz de la aprobación del agresivo “Big and Beautiful Bill”, un plan de gasto que se activará el siguiente año.

Con los recientes resultados electorales, donde el avance demócrata ha sido notable, es de esperar que el gobierno adopte medidas enérgicas para prevenir una merma en el crecimiento económico. El inicio del 2026 promete ser un periodo desafiante para los gestores de portafolios, quienes seguramente se enfrentarán a la creciente volatilidad en los mercados.

De esta manera, el horizonte económico de Estados Unidos sigue siendo incierto, pero también lleno de oportunidades y desafíos que requerirán atención y análisis cuidadoso en los próximos meses.

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