Contaba Michael Robinson que, una vez, recién llegado a un nuevo equipo, quiso hacerle al entrenador una pregunta que dejara entrever que sabía de fútbol. “Míster, ¿con qué sistema vamos a jugar?”, le planteó en su primer día en el vestuario. El técnico, que le sacaba unos cuantos años al por entonces joven delantero, le contesto: “Pues mira, tengo la manía de salir a jugar con un portero y diez jugadores. Más que nada, para no salir con desventaja”.
Siguiendo el consejo de aquel entrenador, esta alineación de libros de fútbol arrancaría desde la base, y colocaría en la portería dos —al ser literatura, se aceptan las licencias—: Fiebre en las gradas (Anagrama) y El fútbol a sol y sombra (Siglo Veintiuno). Ambos arrastran una suerte de anatema moral por parte de los lectores futboleros. Son tan buenos y tan obvios que se tiende a ignorarlos por temor a que se identifiquen con lugares comunes. Pero el inglés Nick Hornby fue pionero en poner palabras a la pasión futbolística con un texto en primera persona en el que relata su obsesiva relación con el Arsenal y en el que se sitúa ante el espejo con inteligencia y sentido del humor. El uruguayo Eduardo Galeano fue capaz de trazar una historia del balompié a partir de pequeños relatos, y de hacerlo con pasión, emoción y un fino toque de ironía. Como el de aquel homenaje que le hicieron a un árbitro que, aún a pesar de haber perdido recientemente a su madre, acudió a pitar un encuentro. Le dieron un ramo de flores y la grada lo aplaudió. Arrancado el encuentro, tras pitar un penalti en contra del equipo local, oyó cómo le gritaban “¡huérfano de puta!”.
Para la defensa, optaríamos por la experiencia italiana. El milagro de Castel di Sangro (Contra), es el libro en el que el periodista estadounidense Joe McGiniss narró desde dentro la temporada completa en la serie B de un equipo de una pequeña localidad italiana de los Abruzos, una de las regiones más montañosas del país. Una crónica de pasión y locura que encaja en la tradición del neorrealismo patrio, con personajes tan arquetípicos como reales.
A su lado, en el centro de la defensa, situaríamos a un argentino que conoce bien al ser humano y, por lo tanto, a los delanteros. Antes de girar hacia la novela, el escritor Eduardo Sacheri hizo bandera del relato breve sobre fútbol. Aquellos Esperándolo a Tito y Lo raro empezó después (Alfaguara) entroncaron, primero, con una generación de argentinos que se sintieron identificados y, después, con un lector transversal en español que entendió que esos textos hablan de fútbol de la calle, de la cancha del barrio… y también de muchas otras cosas.
Los laterales tienden a ser producto local. En este equipo, el lateral zurdo sería para A mí el pelotón (Córner), una selección de artículos y textos del bilbaíno Patxo Unzueta a través de los cuales se puede destilar la esencia del Athletic de Bilbao y, de paso, comprender por qué tanta gente que no es de allí se hizo en su día hincha del equipo vasco. Para el lateral derecho, Cuando éramos los mejores (pero no ganábamos nunca) (Debate), el divertido libro escrito a cuatro manos por Santi Giménez y Luis Martín que narra la experiencia de la selección española en el Mundial de México 86.
Para el medio del campo, una figura de destrucción del juego rival —el míster es un poco amarrategui— que podría ser interpretada por Entre los vándalos (Anagrama), una impresionante crónica de la violencia de los hooligans ingleses firmada por el periodista estadounidense Bill Buford, que convivió con ellos y vio cosas difíciles de imaginar, incluido un tanque en el centro de Turín: un intento desesperado de las autoridades italianas por frenarlos en la previa de un partido de Copa de Europa. Para este puesto también podríamos contar con Fútbol contra el enemigo (Contra), que es libro de viajes y un tratado de sociología y política con el fútbol como base. “Cuando un juego moviliza a millones de personas deja de ser un mero juego”, dice en la introducción Simon Kuper, el autor. Lo escribió en 1993, mucho antes de que el fútbol se convirtiera en un negocio tan global como es hoy.
Para compensar la fuerza bruta, un poco de visión de juego. Dios es redondo (Anagrama), escrito por el mexicano Juan Villoro. Villoro, seguidor de una dupla de equipos que se podría decir compensatoria, el Barcelona y el Necaxa, aporta al fútbol una mirada humanista, cultivada, certera y con un elegante sentido del humor. Sus crónicas de Francia 98 para el diario La Jornada, recogidas en este volumen, destilan la esencia de lo que es un Mundial.
Dosis de ritmo, alegría, creatividad y drama le vendrá bien a este medio del campo. Futebol (Ariel), es un retrato de Brasil a través del fútbol. Alex Bellos fue corresponsal en Río para The Guardian durante cinco años, y plasmó su experiencia en un libro que muestra la inmensidad y la desigualdad del país, también una forma de ser alegre y hedonista. El libro descubre, por ejemplo, el origen de los colores del combinado brasileño —se convocó un concurso al que acudieron cientos de diseñadores—. También recorre la historia del famoso Maracanazo.
En las bandas, en donde las filigranas están permitidas, los conjuntos requieren frescura, desparpajo y audacia. Cualquier libro de la serie Hooligans ilustrados (Libros del K.O.) podría tener un puesto en este equipo: relatos en primera persona sobre la relación de los autores con equipos españoles. Para abrir bien el campo hacia los extremos, dos títulos de Altamarea, Fútbol y poder en la URSS de Stalin, de Mario Alessandro Curletto, y Fútbol y fascismo, de Cristóbal Villalobos Salas.
El gol se paga. Por ello, para la delantera de este equipo se seleccionan dos volúmenes difíciles de encontrar. El primero sería Cuentos de fútbol (Alfaguara) un volumen que recoge 24 relatos seleccionados por Jorge Valdano. De Mario Benedetti a Javier Marías, pasando por Miguel Delibes o Alfredo Bryce Echenique. Contiene el celebrado cuento de Roberto Fontanarrosa 19 de diciembre de 1971. El segundo punta sería El fútbol, mitos, ritos y símbolos (Alianza), de Vicente Verdú, un libro que aborda el deporte rey desde la antropología y que explica, por ejemplo, la relación casi freudiana del fútbol con los padres y las madres y, sobre todo, por qué un extranjero que brilla en un club nunca —pero nunca— debe de abrir un bar o una tienda de deportes en la ciudad.
Por lo que pueda suceder, a esta expedición se incorporará un portero de recambio. El loco Higuita y el escorpión (Bookolia), un libro de Jaime Palomo Cousido con ilustraciones de Caterina Rimelli que repasa la trayectoria del genial portero colombiano. También un delantero: Fútbol, dinámica de lo impensado (Capitán Swing), un libro escrito por el periodista argentino Dante Panzieri que, ya en 1967, vislumbraba la llegada del fútbol moderno.
Para cerrar esta selección, se necesita un entrenador. Alguien con mano dura, experiencia y que deje anécdotas suficientes como para llenar un buen libro. Maldito United (Contra), escrito por David Peace, es la historia novelada de Brian Clough, el míster que llevó al Nottingham Forest de segunda división a conquistar dos veces la Copa de Europa. Un tipo arrogante, polémico, ambicioso y vengativo al que mucha gente detestaba. “Clough es peor que la lluvia en Manchester, al menos Dios para de vez en cuando”, dijo de él Bill Shankly. En una ocasión, recuperándose de problema del corazón en el hospital, recibió un telegrama que rezaba: “No sabíamos que tuvieras uno”.
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