Bruselas ha vivido esta semana las jornadas más balcánicas de los últimos tiempos. Los líderes de Serbia, Macedonia del Norte y Kosovo han visitado la capital comunitaria para intentar impulsar sus perspectivas de ingreso en la Unión Europea. Además, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, se entrevistó por teléfono con el liderazgo tripartito [un serbobosnio, un bosniaco y un bosniocroata] de Bosnia-Herzegovina. Las citas han coincidido con una repentina corriente de opinión, de origen desconocido, a favor de replantear las fronteras fijadas tras la cruenta desintegración de Yugoslavia a final del siglo pasado. El mensaje de la Comisión Europea a todos los líderes balcánicos ha sido tajante e inequívoco: el camino hacia la UE es incompatible con nuevas escisiones.
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