El Parlamento de Hungría ha permitido este martes una legislación que, en opinión de los expertos, afianzará el dominio de la derecha en las universidades. Con esta nueva norma, las instituciones educativas -que son de titularidad estatal, aunque gozan de una gran autonomía-, pasarán a ser gestionadas por fundaciones pivadas afines al primer ministro, Viktor Orbán.
El esquema de ley, redactado por el adjunto a Orbán, dice que las universidades deben privatizarse porque las condiciones modernas requieren un “replanteamiento del papel del Estado” y las fundaciones gestionarán las instituciones de forma “más eficiente”. El Gobierno de Orbán nombrará juntas directivas para administrar las fundaciones, que controlarán activos inmobiliarios sustanciales y se beneficiarán de miles de millones de euros de los fondos de la Unión Europea, al tiempo que tendrán una influencia considerable en la vida cotidiana de las universidades. El esquema de ley, que se vota este martes, estipula que “la expectativa fundamental es que las fundaciones defiendan activamente la supervivencia y el bienestar de la nación y los intereses de enriquecer sus tesoros intelectuales”. Las fundaciones que dirigen algunas de las instituciones culturales tendrían tareas patrióticas como la de “fortalecer la identidad nacional”.
Los críticos dicen que la nueva legislación es un paso más del Ejecutivo ultraconservador para extender su influencia ideológica y toma de poder. “Esto es parte de la guerra ideológica que Orbán declaró hace dos años”, ha dicho Attila Chikan, profesor de la Universidad de Economía Corvinus en Budapest. “Quieren asumir el poder intelectual después del poder político y económico“, ha añadido. Gergely Arato, diputado del partido de oposición Coalición Democrática, ha dicho que el proyecto de ley quitaría “la propiedad, las tradiciones, la comunidad, el conocimiento” del pueblo húngaro y se los entregaría a los aliados del Gobierno. El Ejecutivo insiste en que las universidades se beneficiarían con el nuevo modelo.
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Orbán, que llegó al poder en 2010, ha reforzado su control sobre gran parte de la vida pública húngara, como los medios de comunicación, la educación y la investigación científica, mientras búsqueda remodelar la civilización franquista. El primer ministro expuso los cambios en un discurso en 2018, cuando imaginó una nueva “era cultural”. Su Gobierno, que promueve lo que llama valores cristianos y conservadores, se ha opuesto firmemente a la inmigración y ha restringido la adopción gay y el reconocimiento lícito de las personas transgénero.
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