Morena, el partido que en un tiempo se destacaba por su crecimiento constante, ha atravesado en 2025 un desplome significativo en la identificación ciudadana. Este partido, que entre 2018 y 2024 vio cómo la proporción de mexicanos que se identificaba con él se disparó del 28% al 50%, experimentó su peor año hasta la fecha, con una abrupta caída de 50% a 42% en la lealtad política de los ciudadanos.
Este fenómeno no fue el resultado de un desgaste paulatino, sino de un quiebre agudo y concentrado, conocido como el “verano negro” de Morena, que comenzó en julio de 2025. En ese mes, la revelación de que Adán Augusto López, exsecretario de Seguridad Pública en Tabasco, habría estado vinculado a un grupo criminal conocido como “La Barredora”, marcó el inicio de una serie de escándalos que pusieron en entredicho los principios de austeridad proclamados por Andrés Manuel López Obrador, líder fundamental del partido.
Los escándalos no se limitaron a la implicación de López. Las vacaciones lujosas de figuras como Ricardo Monreal y los excesos de otros miembros morenistas, en contraposición a la narrativa de cercanía al pueblo, reforzaron la percepción de desconexión e impunidad. Este clima de descontento se vio también alimentado por una creciente insatisfacción con la economía. De acuerdo con El Financiero, el porcentaje de mexicanos que consideraba que la economía iba mal pasó del 25% al 31% en unos pocos meses, reflejando un deterioro en la confianza popular.
La situación se agravó en noviembre y diciembre de 2025, cuando la identificación con el partido sufrió otro golpe, evidenciado por la conmoción generada tras el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo. Este trágico evento generó movilizaciones organizadas por colectivos de jóvenes, aunque estas estaban en realidad conectadas con una oposición ya conocida por sus enfrentamientos con Morena. A su vez, el Movimiento del Sombrero comenzó a gestarse como una alternativa de oposición en Michoacán, lo que introdujo un nuevo reto a la hegemónica presencia de Morena.
Las consecuencias de estos sucesos políticos estaban lejos de ser un conjunto aislado de incidentes. Los agricultores y los maestros también comenzaron a alzar la voz, descontentos por las leyes que afectaban sus intereses. Aumentaron las protestas masivas, y la elección judicial de 2025 no resultó en un cambio positivo, sino en un conglomerado de perfiles a menudo favorecidos no por méritos, sino por conveniencias políticas.
Dentro del partido, las tensiones no cesaron. La relación entre Morena y sus aliados, como el Partido Verde y el Partido del Trabajo, se volvió cada vez más conflictiva. Esto se evidenció en desacuerdos sobre propuestas legislativas, como la reforma para prohibir el nepotismo, que indicaron que los incentivos de la coalición ya no estaban alineados.
Frente a tal escenario, la pregunta que queda es si la caída de Morena continuará en 2026. El desafío es considerable, ya que el partido parece incapaz de resolver sus múltiples problemas al mismo tiempo. La disyuntiva es clara: cualquier intento de promover la virtud y la integridad puede provocar una fractura en sus alianzas, mientras que la inacción podría alejar a un electorado que espera cambios significativos. Así, Morena se encuentra atrapado entre dos fuegos, cada uno con sus propios riesgos y posibles resultados.
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