México, el principal receptor de remesas del mundo, enfrenta un posible impacto significativo si el Senado de Estados Unidos aprueba un impuesto del 3.5% sobre estas transferencias. Un análisis del Center for Global Development indica que, de implementarse este impuesto, se prevé que México pierda alrededor de 2,600 millones de dólares en remesas, basado en los 64,000 millones de dólares que se proyecta serían enviados en 2024.
Esta cifra no toma en cuenta el efecto adicional de las posibles aumentos en las comisiones de los proveedores de servicios de remesas, como bancos y empresas de transferencia, que podrían decidir incrementar sus tarifas ante la disminución en el flujo de dinero. Esto podría generar una doble presión sobre los canales formales de envíos, desincentivando a los migrantes a usar vías reguladas.
De acuerdo con la investigación, un aumento del 1% en el costo de envío de remesas podría resultar en una reducción del 1.6% en el monto total enviado. Por lo tanto, se estima que el impuesto del 3.5% podría llevar a una caída del 5.6% en el flujo anual de remesas.
Además de México, otros países que experimentarían un impacto son India, China, Vietnam, Guatemala, República Dominicana y El Salvador. Esta disminución en las remesas podría afectar los ingresos familiares, reducir el consumo y aumentar las presiones cambiarias en estos países.
El análisis destaca que los migrantes mexicanos suelen tener mayor capacidad para absorber costos adicionales en comparación con migrantes de otras naciones de Centroamérica. Por ejemplo, los migrantes mexicanos envían en promedio el 16.7% de sus ingresos a México, mientras que los guatemaltecos envían aproximadamente el 45%, lo que indica un menor margen financiero para afrontar un impuesto.
Los migrantes podrían modificar la manera en que envían remesas para evitar el nuevo impuesto. Entre las alternativas se incluyen pedir a ciudadanos estadounidenses que realicen el envío en su nombre, utilizar transferencias interbancarias en lugar de servicios de remesas, o recurrir a canales informales de envío.
Esta situación plantea un panorama preocupante para millones de familias que dependen de las remesas como una fuente crucial de ingresos. La forma en que los migrantes respondan a estas nuevas condiciones fiscales podría tener implicaciones de largo alcance, no solo en términos económicos, sino también en la manera en que se estructuran los sistemas de envío de dinero a nivel global.
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