Corea del Norte ha dado un paso audaz en su intento por revitalizar el turismo y mejorar su economía a través de la inauguración de un colossal complejo turístico en Wonsan-Kalma, a aproximadamente 140 kilómetros de Pyongyang. Este ambicioso resort, que cuenta con la capacidad para recibir casi 20.000 visitantes, fue recientemente inaugurado en un evento que contó con la presencia del líder Kim Jong Un, junto a su esposa Ri Sol Ju y su hija Ju Ae. Según informes del régimen, Wonsan-Kalma incluye instalaciones para baños de mar, áreas deportivas y recreativas, y promete ofrecer a los visitantes una vista de la belleza costera del país.
A pesar de estas noticias positivas, la apertura total del complejo al turismo extranjero parece lejana. Las autoridades norcoreanas todavía enfrentan importantes restricciones que limitan la entrada de turistas de otras naciones. Las proyecciones indican que de momento solo la población local podrá disfrutar de las instalaciones a partir del 1 de julio. Esto se suma a la incertidumbre general en torno a la reanudación del turismo internacional en el país, que ha sido golpeado por el cierre de fronteras debido a la pandemia de COVID-19.
Desde 2022, Corea del Norte ha comenzado un lento proceso de relajación de las restricciones, pero no ha aclarado si reabrirá completamente sus fronteras y cuándo. Aunque en febrero de este año permitió que un grupo reducido de turistas occidentales visitara la ciudad de Rason, esta iniciativa fue rápidamente interrumpida.
En contraste, el turismo desde China, que antes representaba más del 90% de los visitantes en el país, sigue estancado. Esta situación es especialmente preocupante en medio de las tensiones bilaterales y la ambigüedad en las relaciones entre Pekín y Pyongyang. Sin embargo, Corea del Norte ha comenzado a recibir turistas rusos desde febrero de 2024, coincidiendo con una creciente cooperación militar entre ambos países. Recientemente, se anunció que un grupo de turistas rusos viajaría al complejo de Wonsan-Kalma, que incluye una visita a Pyongyang, en un viaje de ocho días.
No obstante, los datos del Gobierno ruso revelan que, aun con esta apertura, la cifra de turistas rusos sigue siendo baja; solo 880 de los 2.000 rusos que visitaron Corea del Norte el año pasado fueron considerados turistas, lo que plantea interrogantes sobre la viabilidad económica del sector turismo en el país. Para Corea del Norte, el turismo representa una de las pocas fuentes de ingresos legales que escapan a las sanciones internacionales.
La situación actual de Corea del Norte ilustra la complejidad de sus aspiraciones a un renacimiento turístico, en un contexto global donde el aislamiento y las restricciones continúan influyendo en sus planes. Con el futuro del turismo en el país aún en el aire, sólo el tiempo dirá si los esfuerzos por atraer visitantes prosperarán en un entorno tan incierto.
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