La reciente reforma a la Ley General de Población, aprobada el pasado lunes por la Cámara de Diputados, introduce una transformación significativa en el manejo de la Clave Única de Registro de Población (CURP), al incorporar datos biométricos como huellas dactilares, iris, firma y fotografía del rostro. Este cambio no solo convierte la CURP en una credencial oficial única en México, sino que también plantea cuestiones cruciales sobre la identidad y la seguridad de los ciudadanos.
Los datos biométricos son características físicas o conductuales que identifican de manera única a cada persona. Por ejemplo, las huellas dactilares son inimitables, la fotografía facial permite reconocer el rostro de manera precisa, el escaneo del iris captura patrones oculares exclusivos y la firma es un elemento gráfico asociado a la identidad. Estos datos se almacenan en sistemas digitales seguros, lo que asegura una verificación de identidad sin margen para errores humanos.
La implementación de datos biométricos en la CURP tiene múltiples beneficios. Permite verificar la identidad de forma rápida y exacta, previene fraudes y suplantaciones de identidad, agiliza diversos trámites en áreas como servicios públicos, salud y transporte, y, además, protege documentos oficiales mediante tecnologías avanzadas.
Ya antes de esta reforma, varios documentos en México habían comenzado a incorporar tecnología biométrica. Ejemplos de esto son el INE (que incluye huellas, fotografía y firma), el pasaporte (que desde 2021 cuenta con un chip que almacena foto, firma y huellas), y la cédula profesional electrónica que contiene la firma electrónica validada por el SAT. Asimismo, algunas licencias de conducir en estados como CDMX y Jalisco, así como las tarjetas de residencia del INM, evidencian el uso de datos biométricos.
La CURP biométrica se establece como un identificador nacional obligatorio con el objetivo de homologar la identificación en el país, reforzar la autenticidad de los trámites oficiales y reducir la emisión de documentos falsificados o duplicados. A pesar de sus similitudes con el INE, se aclara que la CURP no lo sustituye; cada tipo de documento continuará cumpliendo funciones específicas dentro del marco legal y administrativo.
En cuanto a la seguridad de los datos biométricos, se garantizará que se almacenen en sistemas cifrados y chips inteligentes, categóricamente difíciles de vulnerar. Además, las organizaciones encargadas de manejar esta información deberán cumplir con normas estrictas de protección de datos personales, asegurando así la privacidad y seguridad de los ciudadanos.
La posibilidad de falsificar documentos biométricos es considerablemente baja, ya que estos incluyen elementos de seguridad digital como chips RFID y códigos QR únicos, lo que impide su clonación o alteración. A pesar de la introducción de la CURP biométrica, es relevante reiterar que no se espera que reemplaze otros documentos fundamentales como el INE o el pasaporte.
Así, México avanza en la modernización de su sistema de identificación, combinando seguridad y tecnología mediante la incorporación de datos biométricos a la CURP. Esta evolución no solo busca fortalecer la seguridad ciudadana, sino también evitar fraudes en un mundo que avanza hacia una mayor interconexión digital.
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