Durante 2023, México ha visto un preocupante aumento en el número de adolescentes imputados por delitos, alcanzando un total de 32,852 jóvenes afectados. Esta cifra representa un incremento del 17.7% en comparación con el año anterior, señalando una tendencia alarmante en el sistema de justicia juvenil.
El informe del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revela que un 77.5% de estos adolescentes son hombres, mientras que las mujeres constituyen el 22.5%. Además, es notable que solo seis de las 32 entidades federativas del país concentran la mitad de los adolescentes en conflicto con la ley: Nuevo León, Estado de México, Guanajuato, Sonora, Jalisco y Chihuahua.
En cuanto a la naturaleza de los delitos, se reportaron 33,975 presuntos ilícitos, lo que indica que muchos se encuentran implicados en más de un delito. Los delitos más prevalentes incluyen lesiones (24.8%), robos (15.2%) y amenazas (9.4%). Delitos graves como abuso sexual y narcomenudeo también son significativos, representando el 9.0% y el 8.4% de los casos, respectivamente.
En términos de sanciones, solo 3,785 adolescentes recibieron una sanción efectiva. De ellos, el 66.3% recibió medidas no privativas de la libertad, mientras que el 33.7% enfrentó restricciones preventivas de su libertad. Se ha observado que una mayoría considerable, casi el 90%, de los adolescentes que ingresan a centros de internamiento son hombres. En 2023, la tasa de internamientos alcanzó 16.6 por cada 100,000 menores de entre 14 y 17 años.
Sorprendentemente, la mayoría de los adolescentes que ingresaron a estos centros contaron con el apoyo de sus padres o tutores durante su proceso penal; sin embargo, solo la mitad tuvo acceso a la asesoría legal necesaria.
La serie histórica de estadísticas sobre adolescentes en conflicto con la ley muestra un repunte notable, especialmente tras la pandemia de COVID-19. A pesar de las políticas públicas diseñadas para abordar estas problemáticas, la problemática de la delincuencia juvenil no ha disminuido. Los programas implementados —que incluyen apoyos comunitarios, actividades culturales y deportivas, así como becas educativas— buscan promover la cohesión social entre los jóvenes.
Con base en informes de UNICEF y UNODC, se subraya que las acciones preventivas han demostrado ser las más efectivas para combatir la delincuencia juvenil. Es crucial atender factores de riesgo como la pobreza, la violencia familiar, el acoso escolar, problemas de salud mental y contextos de inseguridad, especialmente en comunidades vulnerables.
En resumen, el panorama actual de los jóvenes en conflicto con la ley refleja una crisis que requiere atención inmediata y un enfoque integral que contemple la prevención y el apoyo social para disminuir la incidencia delictiva.
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