Soterramiento de la A-5: un anhelo frustrante

Sin agua, sin luz y sin Internet: estos son solo algunos de los inconvenientes que han enfrentado los residentes de los barrios de Aluche y Batán, situados cerca de las obras de soterramiento de la A-5, una autopista que pronto quedará oculta en su entrada a Madrid. Las molestias no terminan aquí; también hay que lidiar con atascos constantes y un pavimento que parece resistir solo a todoterrenos. Estas dificultades prometen permanecer durante años, afectando no solo a los habitantes locales.

La situación ha desbordado las calles de los municipios colindantes, como Alcorcón, Móstoles, Arroyomolinos y Navalcarnero. Cada día, cerca de 80,000 vehículos acceden a Madrid a través de esta vía, según informan datos del Ayuntamiento. Este embotellamiento tiene repercusiones evidentes en la movilidad y la calidad de vida, lo que ha llevado a los vecinos a solicitar la apertura de terrenos militares de Cuatro Vientos, actualmente inutilizados, como estacionamientos disuasorios.

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¿Por qué Cuatro Vientos? Este barrio, convenientemente conectado a través del metro y Cercanías, se ha convertido en un punto neurálgico para quienes entran a Madrid. En condiciones normales, se puede llegar a Atocha en apenas 20-25 minutos. Sin embargo, las obras han reconfigurado la dinámica del tráfico. Recientemente, se realizaron cambios que obligan a los autobuses que solían entrar a la ciudad por la A-5 a dejar a los pasajeros en esta zona, lo que ha generado un caos significativo.

Los atascos en la A-5 han aumentado drásticamente. Solo dos de los carriles, que antes permitían una circulación más fluida, siguen operativos, lo que ha convertido la experiencia diaria de conducir en un verdadero desafío. Originalmente, se estimaron 25 meses para la duración de las obras; sin embargo, el alcance del proyecto se ha ampliado, permitiendo que el caos persista por mucho más tiempo, mientras las máquinas continúan trabajando.

Pero el impacto de estas obras va más allá de los problemas de tráfico. En mayo de 2025, los residentes de Batán se encontraron sin electricidad debido a un corte accidental de un cable asociado a la construcción. Poco después, los habitantes de Aluche enfrentaron una nueva crisis al quedarse sin agua debido a una tubería dañada. Y en julio, un incidente con un cable de fibra óptica dejó a muchos sin acceso a Internet, sumiendo a los vecinos en una serie de contratiempos técnicos.

Un cuadro desolador, sin duda. En menos de dos meses, muchos han experimentado la falta de luz, agua e Internet, además de los persistentes atascos y la pérdida de accesos vitales. Sin embargo, se sugiere que los resultados de estas obras podrían ser positivos a largo plazo. Proyectos similares, como Madrid Río, han dado lugar a la creación de vastos espacios verdes y sendas ciclistas, transformando áreas urbanas en lugares más habitables y atractivos. Se ha observado que el valor de la propiedad en estas zonas incrementa significativamente tras la finalización de proyectos de infraestructura.

Es cierto que para aquellos que residen en municipios cercanos, las mejoras serán apreciadas solo si deciden explorar la zona una vez que las obras se concluyan. Mientras tanto, el desafío de coexistir con una megaobra y sus efectos perturbadores continúa siendo una realidad diaria para los vecinos afectados.

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