Después del alarmante revuelo suscitado en las poblaciones de Uruapan y Tancítaro debido a fenómenos naturales inusuales detectados en el subsuelo en las últimas semanas, se han presentado esclarecimientos por parte de investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y expertos de Protección Civil, quienes han descartado la posibilidad de que se trate de actividad volcánica.
En Uruapan, específicamente en las huertas de aguacate del ejido El Zapién, se identificó, desde el 21 de abril, un fenómeno notable: agua caliente brotando del suelo, con temperaturas superiores a 60 °C, junto con levantamiento de polvo y emisión de gases que generaron preocupación entre los residentes.
Un equipo multidisciplinario de científicos de la UNAM y de la Universidad Michoacana San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) comenzó una exhaustiva investigación y, tras varios meses de observación y análisis, concluyó que no existían signos de actividad sísmica que sugirieran el nacimiento de un nuevo volcán. En su estudio, se hallaron restos de vegetales quemados, suelo carbonizado y concentraciones inusuales de dióxido de carbono (CO₂).
La evaluación científica reveló que la zona se localiza en la parte baja de una microcuenca con sedimentos volcánicos finos y suelos en desarrollo. Estos sedimentos, al interactuar con el calor residual de incendios previos, generan un fenómeno de combustión subterránea de materiales orgánicos, un proceso similar a los incendios subterráneos documentados en otras áreas agrícolas, que pueden durar semanas o incluso meses.
Asimismo, los expertos esclarecieron que las características observadas no corresponden a aguas termales. El fenómeno detectado es originado, en parte, por la deforestación y la elevada frecuencia de incendios en los últimos años, generando así fuentes de calor latente que aceleran la combustión en el subsuelo.
En otra parte de la región, en Tancítaro, la Coordinación Estatal de Protección Civil también ha emitido un reporte tranquilizador. Tras el enjambre sísmico que comenzó el 17 de junio, las instituciones científicas han colaborado en la vigilancia del área, no encontrando evidencia que sugiera la posible formación de un volcán.
El coordinador de Protección Civil estatal, Amuravi Ramírez Cisneros, informó que se están llevando a cabo labores de campo conjuntas con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), el Servicio Sismológico Nacional, y otras instituciones. Estas actividades incluyen la revisión de datos de estaciones multiparamétricas estratégicamente ubicadas, que permiten monitorear movimientos del terreno con precisión.
Hasta la fecha, no se ha observado deformación del suelo ni emisión anómala de gases, lo que refuerza la certeza de que no hay actividad volcánica superficial en la región.
Las autoridades continúan con una vigilancia permanente y exhortan a la ciudadanía a mantenerse informada a través de canales oficiales, asegurando que, aunque algunos sismos podrían relacionarse con movimientos de magma en profundidad, no hay indicios que sugieran la formación de un volcán nuevo.
Este análisis y las acciones de monitoreo en ambos lugares reflejan la importancia de la ciencia y la colaboración institucional en la gestión de fenómenos naturales y en la protección de comunidades frente a posibles riesgos.
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