Cuarenta años pueden parecer mucho tiempo, pero en el ámbito de la arqueología, especialmente en la exploración de Caracol —una enorme ciudad maya en lo que hoy es Belice—, esos años han sido solo el comienzo de revelaciones asombrosas. Los arqueólogos Diane y Arlen Chase, de la Universidad de Houston (UH), han estado excavando este yacimiento monumental durante más de cuatro décadas y, recientemente, han desenterrado uno de sus grandes secretos: una tumba que data de hace casi 1.700 años, perteneciente a Te K’ab Chaak, el primer gobernante de Caracol y el fundador de una dinastía que perduró casi cinco siglos.
Este hallazgo no solo es extraordinario por los restos de Te K’ab Chaak, sino también por la cantidad de luz que arroja sobre el contexto de la historia maya. “Estamos reescribiendo la historia maya”, afirman con entusiasmo desde la UH. El yacimiento arqueológico, situado en la Reserva Forestal de Chiquibul, fue en su apogeo un vasto centro urbano de casi 100 km², con una planificación urbana meticulosa que albergaba a 100.000 personas. Caracol tuvo una considerable influencia geopolítica, participando en conflictos con ciudades contemporáneas como Tikal y Ucanal.
Una de las construcciones más emblemáticas de Caracol es Caana, un palacio real que se erige a 43,5 metros, construido entre los años 600 y 700 d.C. Este majestuoso edificio ha sido testigo de la historia maya durante siglos, y su nombre, que significa “Lugar del Cielo”, refleja su grandeza.
La pareja de arqueólogos finalmente hizo un descubrimiento sin precedentes debajo de la acrópolis de Caana: una tumba real. Cuando examinaron el interior, la presencia de cinabrio, cerámicas y una elaborada máscara funeraria indicaron la importancia del hallazgo. “Supimos que teníamos algo grande”, recuerda Arlen Chase, fascinados por las riquezas que contenía la tumba, que incluían 11 vasijas, joyería de jadeíta y conchas.
Este descubrimiento no solo se refiere a la riqueza material, sino también a la historia de Te K’ab Chaak, quien ocupó el trono en el 331 d.C. y establece las primeras conexiones diplomáticas conocidas entre su civilización y otras como Teotihuacán. Las evidencias no sólo proporcionan un vistazo a la vida de Te K’ab Chaak, sino que también revelan un sentido de interacción y comercio en el mundo maya mucho antes de la acreditada incursión teotihuacana en el 378 d.C.
Las tumbas de Caracol, que ofrecen un panorama diversificado de prácticas rituales, sugieren que los primeros gobernantes mayas ya mantenían contactos a nivel mesoamericano, desafiando la idea de que Teotihuacán dominaba todo el panorama político de la región. Este hallazgo implica que los mayas eran jugadores políticos activos, dispuestos a realizar travesías largas para entablar relaciones significativas.
Los resultados del hallazgo han generado gran interés entre los arqueólogos e historiadores, ya que la tumba ofrece no solo identidad a su inquilino, sino también riqueza de información sobre conexiones interregionales en un tiempo en el que las relaciones políticas y el comercio estaban en auge.
Es un recordatorio de que, aunque el tiempo puede contemplar estas civilizaciones, los vestigios dejados por sus gobernantes siguen hablando, contribuyendo a una comprensión más profunda de su rica historia. Este hallazgo puede marcar la redefinición de cómo interpretamos las interacciones entre las antiguas culturas de Mesoamérica.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.