La gran farsa del ataque aéreo

Perspectivas sobre el Bombardeo en Irán: Un Análisis Estratégico y Moral

Recientemente, la comunidad internacional se ha visto sacudida por los bombardeos aéreos de Estados Unidos e Israel sobre las instalaciones nucleares de Irán. A pesar de las afirmaciones del presidente estadounidense, quien declaró que habría una “destrucción total”, informes de inteligencia sugieren que Irán podría reiniciar su enriquecimiento de uranio en un plazo de meses, según la evaluación de Rafael Mariano Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica.

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La expectativa de que estos ataques aéreos provocaran un levantamiento popular contra el régimen iraní no se ha materializado. En contradicción de las esperanzas del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, la realidad ha demostrado que, históricamente, la estrategia de bombardear a civiles para debilitar el apoyo a los líderes políticos ha sido poco efectiva. Ejemplos como el bombardeo de Guernica durante la Guerra Civil española, la intensa campaña aérea de Hitler sobre Gran Bretaña, y la Operación Trueno Rodante en Vietnam, han mostrado que, en lugar de desmoralizar, pueden unir a la población en torno a su liderazgo, incluso en regímenes impopulares.

Los bombardeos estratégicos han sido usados desde hace décadas, ideados inicialmente por el general italiano Giulio Douhet. A pesar de que figuras emblemáticas como Arthur “Bomber” Harris y Curtis LeMay llevaron a cabo ataques devastadores durante la Segunda Guerra Mundial, se ha debatido mucho sobre su efectividad real en generar cambios políticos. Mientras que la derrota de Japón y Alemania finalmente condujo a transformaciones democráticas, estos resultados se atribuyen más a la ocupación y reconstrucción aliada que a los bombardeos en sí.

Por otro lado, la realidad del bombardeo es que tiende a hacer que la gente se una frente a un enemigo común. Esto se observa no solo en contextos dictatoriales, sino también en democracias. La población en Vietnam, por ejemplo, reaccionó con un fuerte sentido de patriotismo ante la agresión estadounidense, desertando la idea de que tales ataques pudieran inducir un motín contra sus propios líderes.

La situación de Irán es intrincada, ya que el país tiene un profundo sentido de orgullo a raíz de la historia de intervencionismos externos, como el golpe de Estado de 1953 que derrocó a un gobierno democrático. Aunque los iraníes pueden tener sentimientos negativos hacia sus líderes actuales, la intervención militar extranjera suele intensificar sus reservas y desconfianza. La reciente reacción del famoso actor iraní Reza Kianian, quien, tras los bombardeos, expresó que son los iraníes quienes deben decidir su destino, es un ejemplo del efecto contrario que pueden causar estos ataques: un aumento del nacionalismo y la resistencia al intervencionismo.

Si bien es indudable que los esfuerzos por desactivar la capacidad nuclear de Irán son positivos, se debe reconocer que bombardeos militares a gran escala no han mostrado antecedentes de propiciar cambios democráticos duraderos. Además, el régimen iraní, a pesar de su impopularidad, ha demostrado una tenacidad para mantenerse en el poder.

La historia ha demostrado que son los propios ciudadanos de un país quienes tienen el poder de derrocar a un régimen opresivo. A pesar de que la resistencia interna a menudo se ve acompañada por la supresión del disenso, la pregunta sigue siendo si la presión externa fomentará o deteriorará el movimiento hacia el cambio.

A medida que la comunidad internacional observa el desarrollo de la situación en Irán, permanece la incertidumbre sobre el futuro del régimen y el papel de los bombardeos en la política interna iraní. Mientras tanto, la historia continúa demostrando que la resistencia interna a menudo necesita ser impulsada desde dentro, no desde cielos lejanos.

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