Han transcurrido 25 años desde que El sexto sentido hizo su debut en la gran pantalla, marcando un hito en la historia del cine. Estrenada antes de la llegada del nuevo milenio, el panorama cinematográfico estaba dominado por comedias románticas y películas de terror que se centraban en narrativas con un enfoque más gráfico y un público adolescente, como Sé lo que hicieron el verano pasado y Scream. En este contexto, la obra de M. Night Shyamalan introdujo una perspectiva innovadora que, sin saberlo, daría inicio a una nueva era en el género de terror.
La primera vez que muchos, incluido el que escribe, se encontraron con esta película fue en su infancia, quedando impactados por su atmósfera llena de contrastes y su famoso giro final. Fascinado por su perdurabilidad, tras haber visto la reciente temporada de Merlina, que incluye a Haley Joel Osment, decidí revisitar la película para desentrañar por qué sigue siendo relevante a lo largo del tiempo.
Estrenada en 1999, la historia de El sexto sentido comenzó mucho antes, en las manos de Shyamalan, quien trabajó en su guion sin tener claridad del destino final del proyecto. Este llegó a manos de David Vogel, presidente de producción de Walt Disney Studios, quien leyó el guion y, sin la autorización de la compañía, procedió a adquirir los derechos. La decisión de Vogel, sin embargo, tuvo graves consecuencias, ya que fue despedido por no seguir los procedimientos establecidos, y los derechos fueron compartidos con Spyglass Entertainment como parte de una estrategia para mitigar el riesgo financiero.
A pesar de estos tropiezos iniciales, El sexto sentido logró recaudar alrededor de 672 millones de dólares tras su estreno, destacándose por desafiar las normas convencionales del cine con su esencia innovadora. Sin embargo, más allá de la producción, lo que realmente convirtió a esta película en un referente fueron las actuaciones de sus protagonistas.
Bruce Willis ya era un nombre ampliamente reconocido en la industria cinematográfica gracias a su papel en Pulp Fiction y su liderazgo en la franquicia de Duro de matar. No obstante, fue la interpretación de Haley Joel Osment, quien a sus 11 años asumió el rol de Cole Sear, un niño con la inquietante habilidad de ver a los muertos, lo que dejó una huella imborrable. Su interacción con Willis, quien interpreta al psicólogo Malcolm, y el contraste entre la inocencia del niño y la complejidad de su historia, transformaron al filme en un ícono de la cultura pop y catapultaron la carrera de Osment hacia la fama.
La relevancia de El sexto sentido perdura, tanto por su innovadora narrativa como por la memorable actuación de su joven protagonista, lo que invita a nuevas generaciones a descubrir una obra que redefinió el terror psicológico y dejó una marca indeleble en la historia del cine.
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