En un giro significativo en la intersección del copyright y la inteligencia artificial, medio millón de escritores se preparan para recibir un pago mínimo de $3,000, fruto de un monumental acuerdo de $1.5 mil millones en una demanda colectiva contra Anthropic. Este acuerdo no solo establece un récord en la historia del derecho de autor en Estados Unidos, sino que al mismo tiempo refleja una victoria para las gigantes tecnológicas, más que para los propios autores.
Las corporaciones tecnológicas están inmersas en una frenética carrera por acumular una vasta cantidad de material escrito para entrenar modelos de lenguaje de inteligencia artificial (LLMs), que alimentan innovadoras herramientas de chat como ChatGPT y Claude. Sin embargo, estos avances tecnológicos están amenazando las industrias creativas, incluso cuando los resultados generados pueden parecer poco impactantes.
Anthropic, la empresa desarrolladora de Claude, ha estado en el centro de la controversia por presuntamente piraterar millones de libros de “bibliotecas clandestinas” para enriquecer su inteligencia artificial. La demanda conocida como Bartz v. Anthropic se suma a una serie de litigios contra otros gigantes como Meta, Google y OpenAI, en lo que representa un cuestionamiento sobre la legalidad de entrenar sistemas de IA con obras protegidas por derechos de autor.
A pesar de la magnitud del acuerdo, los escritores no recibirán compensación directa por el uso indebido de su trabajo; más bien, el acuerdo parece ser un simple costo para Anthropic por su infracción. La empresa, que recientemente recaudó $13 mil millones, se encuentra en una posición de fuerza, utilizando material al que no tenía derecho.
El fallo del juez federal William Alsup determinó que era legal entrenar una IA con contenido protegido, argumentando que esta práctica es “transformativa” y, por lo tanto, está protegida bajo la doctrina de uso justo, un principio legal que no ha sido actualizado desde 1976. El juez aclaró que Anthropic no tiene la intención de replicar las obras originales, sino de crear algo diferente a partir de ellas.
La resolución del caso mediante el acuerdo extingue la necesidad de un juicio, aunque el trasfondo de la piratería sigue presente. Según Aparna Sridhar, abogada de Anthropic, este acuerdo busca cerrar las reclamaciones sobre el legado de los demandantes y reafirma el compromiso de la empresa hacia el desarrollo de sistemas de IA seguros.
A medida que avanza esta discusión legal entre la inteligencia artificial y los derechos de autor, el caso de Bartz v. Anthropic se erige como un precedente crucial. Sin embargo, ante las implicaciones de futuros fallos, es posible que otros jueces lleguen a conclusiones diferentes, lo que podría redefinir el panorama legal en esta creciente interfaz entre tecnología y creatividad.
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