▲ El repertorio fue de Strauss y Beethoven a Pérez Prado y Maldita Vecindad, pasando por Coldplay y Los Ángeles Azules.Foto Cristina Rodríguez
Reyes Martínez Torrijos
Periódico La Jornada
Lunes 29 de septiembre de 2025, p. 2
La diversidad del arte musical resuena con fuerza y fervor en la Ciudad de México, donde el Zócalo se convirtió en el escenario de una celebración excepcional. Ayer al mediodía, la Orquesta Monumental Metropolitana deslumbró a miles de asistentes con un animado concierto que reunió a más de 2,600 músicos de 22 orquestas, abarcando una impresionante franja etaria que iba de los 6 a los 90 años, provenientes de diversas alcaldías y municipios aledaños.
El repertorio fue un viaje a través de los géneros, alternando entre música clásica, ópera, tango, pop, cumbia y rock nacional e internacional. Ana Francis López, titular de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, describió el evento como una “fiesta monumental”. En sus palabras, la iniciativa de la jefa de gobierno, Clara Brugada, busca “cambiar la nota roja por la nota musical”, promoviendo así un cambio significativo hacia la paz y la armonía social mediante el arte.
El ambiente se tornó especialmente vibrante en un breve respiro entre días nublados, permitiendo que la orquesta se presentara ante un público ansioso de disfrutar música. Javier Hidalgo Ponce, coordinador de Educación Comunitaria Pilares, destacó el evento como un símbolo de solidaridad, donde “cada instrumento se une para formar un gran rompecabezas comunitario, donde cada historia cuenta”.
La historia de esta iniciativa musical se remonta a 1989, con el nacimiento del proyecto de orquestas y coros juveniles, que ha sido un pilar en la formación musical gratuita y en la entrega de instrumentos a jóvenes aspirantes. A día de hoy, esta comunidad musical sigue creciendo y ahora incorpora más de mil intérpretes adicionales para este concierto especial.
Lizzi Cisneros, directora de la agrupación, expresó que la grandeza del evento radica no solo en la cantidad, sino en la energía comunitaria. “Es un claro ejemplo de lo que se puede lograr juntos”, comentó.
El gozo gana
A poco de comenzar, el ambiente se electrificó cuando una persona en situación de calle animó a los músicos a comenzar. La orquesta abrió con la emblemática Marcha Radetzky de Johann Strauss, seguida por el conmovedor Himno a la alegría de Beethoven, cuyos ecos reverberaron entre los asistentes, sumergiéndolos en un sentimiento de hermandad.
A medida que avanzaba el concierto, se interpretaron partes de Carmen de Bizet, que generaron momentos de alegría compartida. Diana, una violinista, expresó su emoción al estar en el Zócalo y remarcó el esfuerzo y la dedicación puestos en la presentación.
El ritmo contagioso de un Popurrí de Pérez Prado llevó al público a bailar, mientras una pareja de sexagenarios se movía al son de una melodía que evocaba recuerdos de festividades y romance. También se presentó una pieza zulú sudafricana, Caminantes, que conectó con las raíces culturales del público y promovió el movimiento coral entre los asistentes.
La diversidad musical se hizo patente con una interpretación del famoso Viva la vida de Coldplay, que resonó aún más cuando el conductor del evento hizo un llamado a la unidad con el pueblo palestino. La respuesta del público fue impetuosa, creando un momentáneo ambiente de solidaridad.
Al ritmo de la conocida Kumbala de Maldita Vecindad, la plaza se transformó en un espacio de celebración y conexión, con la música elevando el espíritu de la multitud. La experiencia culminó con cumbias de Los Ángeles Azules, Los sentimientos y Nunca es suficiente, cuya popularidad reafirmó el poder unificador de la música.
“Mucho genio junto”
El evento fue catalogado como “genial” por asistentes entusiastas que elogiaran la mezcla de géneros, destacando la destreza de los músicos. Además, algunos se sintieron orgullosos de ver a sus familiares participar en un evento de tal envergadura, resaltando la conexión emocional que el arte puede generar.
Al finalizar el concierto, los músicos descendían del escenario con sonrisas y un palpable sentido de logro, buscando a sus seres queridos entre la multitud. El cierre de una jornada dominical que se recordará por su carácter inclusivo y celebratorio en pleno corazón de la capital mexicana.
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