Las inversiones en inteligencia artificial (IA) han alcanzado cifras impresionantes en los últimos tiempos. La semana pasada, Nvidia, un gigante de la fabricación de microchips, hizo una jugosa inversión de 100.000 millones de dólares para respaldar a OpenAI, un líder en IA generativa, en la construcción de centros de datos.
La magnitud de estas inversiones es sorprendente, especialmente en un contexto donde el retorno de las inversiones en IA es, al menos por el momento, limitado. Sin embargo, numerosas voces del sector, como Denis Barrier, director de Cathay Innovation, sostienen que la IA es una tecnología revolucionaria, comparable al descubrimiento de la electricidad. Este optimismo se refleja en la mentalidad predominante de Silicon Valley, que tiende a priorizar las oportunidades sobre los riesgos.
A nivel global, las inversiones en IA están en pleno auge, con proyecciones que indican un alcance de 1,5 billones de dólares en este año y un aumento a más de 2 billones de dólares para 2026, lo que representa casi el 2% del PIB mundial. En Estados Unidos, entre 2013 y 2024, la inversión privada en IA será de aproximadamente 470.000 millones de dólares, con una significativa porción, casi un cuarto, proveniente del año actual. Por su parte, China sigue, aunque a más distancia, con 119.000 millones de dólares de inversión.
Con OpenAI liderando el camino, se destaca que la compañía recaudó cerca de 40.000 millones de dólares en marzo de 2025, llevando su valoración a aproximadamente 500.000 millones de dólares. Esta situación se ve reforzada por el proyecto Stargate, que ha conseguido financiación para la construcción de centros de datos en Texas, a cargo de un consorcio que incluye a Softbank, Oracle, Microsoft y Nvidia.
Sin embargo, no todo es positivo. Nvidia ha sido criticada por adoptar una estrategia de “financiación circular”, donde invierte en startups que a su vez utilizan esos fondos para adquirir sus chips. Esta práctica suscita preocupaciones sobre la posibilidad de crear una burbuja que podría explotar. De hecho, analistas como Stacy Rasgon advierten que el acuerdo con OpenAI podría alimentar estos temores.
En el primer semestre de 2025, OpenAI generó alrededor de 4.300 millones de dólares en ingresos, lo que contrasta con las reservas de efectivo que poseen gigantes como Meta o Google. A pesar de su éxito, la compañía, al igual que otros competidores en el espacio de la IA, como Anthropic y Mistral, enfrenta el reto de ser creativa en la obtención de capital para cubrir sus costosas operaciones.
A medida que avanza la inversión en infraestructura de IA, Bain & Company estima que las necesidades de capital en centros de datos para alimentar el crecimiento de esta tecnología alcanzarán los 500.000 millones de dólares anuales hasta 2030. Esto implicaría la necesidad de generar 2 billones de dólares al año para que sea viable, con un déficit proyectado de 800.000 millones de dólares.
Pese a las advertencias sobre los riesgos, hay una fuerte defensa del potencial de la IA. Muchos analistas creen que el crecimiento en los ingresos de OpenAI será solo cuestión de tiempo, dado que su asistente ChatGPT ya está siendo utilizado por 700 millones de personas, casi el 9% de la población mundial.
La industria de la IA no está exenta de desafíos. La visión a largo plazo sugiere que, aunque habrá perdedores en este camino, similar a lo que ocurrió durante la burbuja de internet, el sector podría superar estos obstáculos, como lo hizo la red que revolucionó la comunicación global.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.