Al menos 32 personas han perdido la vida en Ciudad de Gaza durante el fin de semana, resultado de los violentos ataques de Hamás dirigidos contra varios objetivos rivales en la Franja. Este brote de violencia se produce a pocos días de la implementación de un alto el fuego entre Israel y los grupos paramilitares que operan en la región.
Según informes de medios de comunicación, aunque Hamás no ha confirmado oficialmente sus intenciones, se especula que su brazo militar ha desplegado hasta 2.000 combatientes para enfrentar al clan Doghmush, uno de sus principales adversarios en la zona. Se ha reportado que Hamás ha sufrido la pérdida de seis de sus efectivos en estos enfrentamientos, aunque estas cifras aún no han sido verificadas de forma independiente.
En respuesta a esta situación, el Ministerio del Interior dirigido por Hamás reforzó su presencia en Gaza, ubicando a aproximadamente 7.000 efectivos en distintas áreas con el objetivo declarado de “prevenir la anarquía y el vacío de poder”. Varios informes desde el terreno indican que, mientras Israel busca desarmar a Hamás como parte de los acuerdos de alto el fuego, este último busca mantener su control.
El 4 de octubre, se desplegó a las fuerzas de élite de Hamás, conocidas como Nukhba, para llevar a cabo un ataque contra la familia Al Majayda. Este ataque fue complementado por la participación de la Unidad Sahm o Flecha, conocida por ser acusada de llevar a cabo ejecuciones extrajudiciales contra críticos del grupo.
La facción liderada por Yasser Abu Shabab, respaldada y financiada por Israel, ha sido un objetivo crucial para Hamás. A pesar de las bajas sufridas por ambas partes en estos intra-gre guerreros, Abu Shabab continúa siendo un líder influyente que ha admitido, en entrevistas, el contacto y colaboración con la inteligencia israelí.
La localidad de Rafah, donde se encuentra la facción de las Fuerzas Populares, sigue operando bajo el control militar de Israel, el cual, según informes, ha proporcionado armas a este grupo. Resulta irónico que desde 1981, miembros del gobierno israelí han reconocido su participación en la creación de Hamás, con el objetivo de desestabilizar la Franja y obstaculizar la creación de un Estado palestino unificado.
Hamás ha respondido a estas tensiones asesinando a varios miembros de las Fuerzas Populares, mostrando así su determinación de actuar en contra de cualquier oposición, a pesar de la prolongada invasión militar israelí. Un portavoz de las Fuerzas Populares manifestó que Hamás ha asesinado a más de 50 de sus voluntarios, poniendo de manifiesto la gravedad de la situación.
El plan de paz de 20 puntos del presidente estadounidense Donald Trump continúa siendo un enigma, especialmente en lo que respecta al desarme de los paramilitares. Hamás se opone firmemente a esta idea, insistiendo en que Israel debe retirar completamente sus tropas de Gaza. Mientras tanto, el Ejército israelí ha comenzado a replegarse de ciertos sectores de la ciudad y de lugares como Jan Yunis.
El futuro del gobierno en Gaza es incierto. Según el plan propuesto, se contempla que un organismo internacional supervise el territorio y que la gestión esté en manos de “tecnócratas”, excluyendo a la población civil palestina de la elección directa de sus gobernantes. Además, se prevé el despliegue de una fuerza de seguridad internacional liderada por países árabes, junto a policías palestinos entrenados por Egipto y Jordania. En este marco, unos 200 soldados estadounidenses están actualmente en Israel para supervisar la implementación del alto el fuego.
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