El 1 de octubre de 2025, el Comité Ejecutivo Nacional del PAN analizó la implementación de un cambio radical en su identidad, considerando modificar tanto su logotipo como su nombre. Este esfuerzo se enmarca en un claro intento de reposicionar al partido frente a un contexto electoral donde sus perspectivas son sombrías, especialmente tras ponderar la “abrumadora paliza” recibida en las urnas en elecciones recientes.
Los ciudadanos de varios estados, entre ellos Puebla, enfrentan tragedias a raíz de desastres naturales, con un saldo trágico de 76 muertos y 39 desaparecidos hasta el domingo pasado. Sin embargo, el partido parece haber escogido un timing lamentable para su renovación, la cual ha sido criticada como superficial y meramente “cosmética”. Su nuevo logotipo, descrito como insípido, se asemeja a los de marcas de detergentes. Tal percepción no solo refleja un cambio de imagen, sino que también insinúa una falta de autenticidad en su propuesta de defensa de los ciudadanos.
Las críticas se extienden a la falta de democracia interna del partido, que contrasta con su discurso exterior. Se ha evidenciado una burda elección del nuevo Consejo Estatal en Puebla, marcada por irregularidades que han llevado a cuestionar la legitimidad del proceso. A su vez, el llamado a un diálogo con Claudia Sheinbaum y la intención de alianza con el Movimiento Ciudadano han generado escepticismo, sobre todo en un entorno donde los antiguos líderes del partido, como Jorge Romero y figuras emblemáticas como Ricardo Anaya, continúan al frente de la narrativa.
La falta de renovación genuina también se ha señalado a través de la presencia de los mismos actores políticos de siempre, quienes son vistos como parte de un “Cártel Inmobiliario” que ha estado al mando. Tiene sentido que muchos ciudadanos cuestionen si un simple cambio de logotipo será suficiente para devolver al partido su influencia, considerando que ha perdido su identidad original como defensor de la clase media y las libertades democráticas.
Interrogantes surgen con fuerza: ¿puede realmente el PAN renacer de sus cenizas? ¿Un cambio superficial como este traerá de vuelta la fuerza electoral que el partido ha perdido? La historia del PRI, que también ha intentado cambiar su imagen sin éxito rotundo, muestra que el cambio de nombre y logo no se traduce automáticamente en un cambio de destino.
En este contexto, la conversación en el seno del partido gira en torno a la necesidad urgente de reposicionar su plataforma política. Sin embargo, las proyecciones actuales no sugieren una reconfiguración impactante, y el partido virtualmente permanece excluido de importantes debates políticos, como la reforma electoral. Mientras se viven momentos críticos, es evidente que el futuro del PAN es incierto. En este sentido, se vislumbra una inminente necesidad de revalorar estrategias y propósitos para evitar que su devenir se convierta en una crónica del fin.
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