La situación hídrica en la frontera entre México y Estados Unidos se está volviendo crítica, a medida que ambos países enfrentan sequías simultáneas en las cuencas del río Bravo y del río Colorado. Durante un panel en la Convención y Expo Aneas 2025, la comisionada de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), Adriana Reséndez Maldonado, advirtió sobre este panorama inédito que exige acciones inmediatas y cooperación binacional.
Reséndez Maldonado detalló que los problemas de escasez de agua en la cuenca del río Colorado han sido evidentes desde principios de los años 2000, mientras que en el río Bravo la disminución de escurrimientos se remonta a la década de los noventa. En este contexto, la disponibilidad de agua en el Bravo es fuertemente influenciada por ciclones y huracanes, lo que aumenta la vulnerabilidad de la cuenca durante períodos prolongados de sequía.
La comisionada enfatizó que la escasez de agua no solo representa un desafío interno, sino que también genera tensiones entre ambas naciones. “Debemos abordar conjuntamente los retos que enfrentan nuestros países”, declaró. En este sentido, recordó que el Tratado de 1944 permite la creación de actas y acuerdos técnicos que han ayudado a manejar las sequías, especialmente en la cuenca del Colorado.
El fortalecimiento de la cooperación se presenta como la clave para mantener un balance hídrico y diplomático adecuado. Esto implica un intercambio constante de información, transparencia en los monitoreos y la creación de grupos de trabajo binacionales. Este modelo ha demostrado ser eficaz en la cuenca del Colorado y se busca replicar en la del Bravo.
Además, Reséndez Maldonado subrayó la importancia de que México priorice el uso interno del agua, al mismo tiempo que cumple con las obligaciones internacionales establecidas. “Es esencial alcanzar una estabilidad en la cuenca que permita satisfacer primero las necesidades hídricas de nuestro país”, afirmó.
El impacto del cambio climático no se puede ignorar. Reséndez Maldonado destacó que este fenómeno está alterando la disponibilidad de agua en ambas cuencas, provocando temperaturas más altas, precipitaciones menores y patrones de escurrimiento anómalos. Un ejemplo revelador fue la cuenca del río Colorado, donde, a pesar de que se registre una capa de nieve completa, solo un 30% del derretimiento contribuye al escurrimiento esperado.
Mirando hacia el futuro, la comisionada insistió en que la región debe prepararse ante la posibilidad de sequías más severas. Esto implica realizar estudios científicos, monitorear continuamente las condiciones y construir acuerdos flexibles que respondan a situaciones extremas. El artículo 25 del tratado vigente permite que la CILA emita actas que se adapten a las “nuevas realidades hídricas” generadas por el cambio climático.
Por otro lado, el saneamiento del agua en la frontera es un desafío urgente para México, con la meta de alcanzar cero descargas transfronterizas y asegurar la calidad del agua para las comunidades fronterizas. La comisionada destacó la importancia de fortalecer los organismos operadores para eliminar los “irritantes binacionales” que han complicado la cooperación.
La situación actual subraya la imperante necesidad de un enfoque colaborativo y proactivo para abordar los desafíos hídricos en esta crucial frontera. Sin duda, el futuro dependerá de la capacidad del gobierno y las comunidades a ambos lados del límite para trabajar en conjunto, priorizando la sostenibilidad y el bienestar de la región.
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