A finales de noviembre de 2025, el conflicto en Ucrania ha tomado un giro devastador. Rusia lanzó un ataque sin precedentes contra civiles ucranianos, utilizando más de 500 drones, misiles de crucero y cohetes. A pesar de que muchos de estos drones fueron interceptados, el bombardeo resultó en la muerte de al menos 31 personas, incluidos seis niños, en dos edificios de apartamentos en Ternopil. Este ataque también provocó incendios en viviendas, comercios y centrales eléctricas a lo largo del país, subrayando la gravedad de la situación.
Sin embargo, este crimen de guerra ha quedado tapado por las filtraciones sobre una negociación secreta entre el presidente ruso Vladimir Putin y el expresidente estadounidense Donald Trump. Esta discusión, supuestamente redactada por el enviado especial estadounidense Steve Witkoff y por Kirill Dmitriev, director del fondo soberano de riqueza de Rusia, sugiere un acuerdo de 28 puntos que favorece notablemente al Kremlin. Trump ha puesto como fecha límite el 27 de noviembre para que Ucrania acepte este tratado, aunque dejó abierta la posibilidad de modificaciones futuras.
Hay múltiples preocupaciones sobre este acuerdo que podrían tener repercusiones geopolíticas significativas. Primero, el plan incrementa el riesgo de una guerra nuclear. Si se presiona a Ucrania a aceptar condiciones que equivalen a una rendición, esto enviaría un mensaje peligroso al mundo: que la posesión de armas nucleares es la única forma de disuadir futuras invasiones de Rusia, China u otras potencias nucleares. Tal capitulación no solo aumentaría las posibilidades de proliferación nuclear, sino que también podría crear un escenario propenso a una Tercera Guerra Mundial.
Más allá del peligro nuclear, el acuerdo plantea serias amenazas a la estabilidad del orden internacional. Permitir que un agresor como Rusia dicte el resultado de un conflicto armado socavaría la inviolabilidad de las fronteras nacionales y sentaría un precedente inaceptable, convirtiendo la invasión en una norma y no en una excepción.
Además, ceder a las exigencias del Kremlin podría debilitar la paz en Europa. Un tratado que deje a Rusia en una posición de fortaleza animaría a Putin a continuar su agresiva estrategia de expansión en la región. En este contexto, el acuerdo no proporciona mecanismos de ejecución adecuados, dado que Rusia ha incumplido todos los pactos anteriores con Ucrania. Las promesas de seguridad por parte de Washington carecen de credibilidad, especialmente teniendo en cuenta la naturaleza caprichosa de la administración actual.
La reconstrucción postconflicto es otro aspecto crítico que este plan ignora. La paz no debería limitarse a una tregua temporal; debe incluir compromisos para la soberanía y la capacidad de defensa de Ucrania, así como para su reconstrucción económica. Existen propuestas realistas y viables de cooperación internacional para ello, pero el acuerdo propuesto desvía la atención de estas importantes consideraciones.
Por último, el proceso de negociación es fundamental. La historia demuestra que para lograr una paz duradera, es vital incluir a todas las partes afectadas. Sin embargo, en este caso, los ucranianos no fueron consultados en la elaboración del plan, lo que sugiere que este fue dictado más desde el Kremlin que desde un enfoque colaborativo. La poca consideración prestada a los aliados europeos de Ucrania también da cuenta del secreto que envuelve esta negociación.
El enfoque actual es problemático. Si se excluyen del proceso a partes cruciales, se corre el riesgo de no abordar correctamente las dinámicas del conflicto, dejando a Ucrania y sus aliados con pocas opciones más que la resistencia. La búsqueda por un acuerdo que satisfaga a Trump y que esté orientado a un reconocimiento de las acciones rusas solo puede llevar a un aumento de la violencia y la inestabilidad.
A medida que el gobierno estadounidense presiona a Ucrania para aceptar un ” acuerdo de paz” que resulta injusto y poco sostenible, es esencial que la comunidad internacional mantenga su compromiso de escuchar y apoyar a Ucrania en su lucha por la soberanía y la justicia.
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