La tensión entre México y Estados Unidos por el manejo del agua ha alcanzado niveles críticos, generando preocupación entre agricultores y líderes del sector agropecuario. Jorge Esteve, presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), advirtió que cumplir con la demanda de agua planteada por la administración de Donald Trump podría comprometer gravemente el abastecimiento para consumo humano y producción agrícola. Esta situación podría desencadenar hambre y migración en estados fronterizos como Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua y Coahuila.
Esteve destacó que la exigencia de Trump sobre el cumplimiento del Tratado de Aguas de 1944, bajo el cual México debe entregar más de 986 millones de metros cúbicos de agua a Estados Unidos, contrasta con la realidad hídrica precaria que enfrenta México, especialmente en el contexto de sequías prolongadas que han afectado gravemente la rentabilidad en el campo. La administración estadounidense ha fijado un plazo para la entrega de 246 millones de metros cúbicos de agua para el 31 de diciembre, lo cual complicaría aún más la situación en las presas La Boquilla y Francisco I. Madero, que ya exhiben niveles críticos.
Víctor Valderrain, agricultor de Chihuahua, hizo eco de estas preocupaciones, advirtiendo sobre las posibles “afectaciones catastróficas” si se procede a la extracción de agua de los embalses. Las lecciones de enfrentamientos pasados en 2020, donde la confrontación con autoridades federales resultó en una tragedia, resuenan aún en la memoria colectiva, llevando a la comunidad agrícola a un llamado por un diálogo más sensible y comprensivo. Valderrain argumenta que las condiciones que dieron origen al tratado en 1944 son completamente distintas a las que se viven hoy, lo que requiere una reevaluación del acuerdo.
Mientras tanto, la amenaza de aranceles sobre productos mexicanos por parte de Estados Unidos, en caso de incumplimiento, podría tener repercusiones económicas negativas tanto para México como para los consumidores estadounidenses. Los productores locales enfrentarían un escenario aún más complicado, con precios al alza.
Además, Esteve instó a las autoridades mexicanas a buscar soluciones internas, como la inversión en infraestructura y la modernización del campo, para mejorar la eficiencia en el uso del agua. A la par, el CNA ha mostrado optimismo respecto a la nueva Ley General de Aguas y la reforma a la Ley de Aguas Nacionales, que buscan brindar certidumbre jurídica en la gestión del recurso hídrico y abordar la desinformación que prevalece entre los agricultores sobre las concesiones.
En conclusión, el dilema del agua entre México y Estados Unidos continúa planteando desafíos significativos que requieren atención urgente y un enfoque equilibrado, que considere no solo las exigencias internacionales, sino también la realidad crítica que enfrenta el sector agrícola en territorio mexicano. La situación es tensa, y el tiempo apremia para encontrar soluciones que beneficien a ambas naciones y, sobre todo, a sus poblaciones.
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