La XXV Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) concluyó este domingo con un cerradamente protocolario “¡Hasta la victoria siempre!” de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. Este evento, una vez emblemático de la convergencia ideológica y económica entre naciones latinoamericanas bajo el liderazgo de figuras como Hugo Chávez y Fidel Castro, se transformó en un cónclave virtual, marcando un contraste notable con los fervientes inicios de esta iniciativa.
En un contexto global tensionado, los líderes presentes, que se conectaron a través de Zoom para evitar los riesgos asociados a los vuelos sobre el Caribe, reafirmaron su apoyo a Maduro en un momento particularmente crítico ante la creciente influencia de Estados Unidos en la región. La cumbre se centra en el rechazo a lo que los mandatarios describen como un “terrorismo psicológico” y una amenaza militar creciente, urgidos por la reciente confiscación de un buque petrolero venezolano que se dirigía a Cuba.
Maduro, en su intervención, se mostró decidido y combatiente, resaltando la necesidad de una doctrina de defensa nacional inspirada en la resistencia de los pueblos ancestrales. Expresó su firme convicción de que los intentos de intervención por parte de potencias extranjeras son parte de un nuevo proyecto colonizador, asegurando que “no pasarán, seremos libres”.
Entre los líderes virtualmente conectados, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, respaldó esta postura, enfatizando la soberanía de los países latinoamericanos y arremetiendo contra Estados Unidos. Dijo que la situación actual revela las verdaderas intenciones del país norteamericano, mientras lidiamos con un contexto de crisis multidimensional en la isla.
Por su parte, Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, se unió a las condenas hacia la injerencia externa, relacionando la situación geopolítica actual con conflictos históricos en Europa. Junto a su esposa, Rosario Murillo, enfatizó que estos son momentos cruciales en la lucha por la paz, criticando la implicación de la Unión Europea en el conflicto ucraniano.
Sin embargo, la situación dentro del ALBA no es uniforme. Recientemente, Bolivia se despidió de la alianza, marcando un debilitamiento en su estructura tras la victoria electoral del centrista Rodrigo Paz. La somnolencia en la dinámica de la cumbre resuena con los recientes desafíos que enfrenta el movimiento, incluyendo la etapa de prisión preventiva enfrentada por el último presidente del Movimiento Al Socialismo (MAS), Luis Arce, por cargos de corrupción.
Así, mientras la Alianza busca reafirmar sus fundamentos en un clima de creciente tensión con potencias externas, se enfrenta también a la fragilidad interna y la necesidad de redefinirse en un mundo que avanza rápidamente. Para 2025, la cumbre, aunque cargada de simbología, refleja más que nunca las divisiones y desafíos que enfrentan sus miembros.
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