En un nuevo golpe a la criminalidad en Michoacán, la seguridad federal ha logrado la detención de tres integrantes de Los Blancos de Troya, un grupo criminal que ha impuesto su dominio en la zona centro del estado. El secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, confirmó este martes la captura de estos individuos en Apatzingán, donde se dedicaban a operar drones y explosivos para ejercer presión sobre los agricultores de limón y mantener las cuotas de extorsión en el sector.
La operación se realizó en coordinación con diversas agencias, incluyendo la Marina y la policía estatal de Michoacán. Las detenciones son un avance significativo en la lucha del gobierno contra el crimen organizado, en un contexto marcado por la ola de violencia desatada tras el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, así como del reconocido líder de productores limoneros, Bernardo Bravo.
Durante la investigación, se confirmó la vinculación de los arrestados con una célula delictiva cuyo modus operandi incluye el uso de artefactos explosivos y extorsiones a los productores de limón en Apatzingán. Esta región, en particular, ha sido un foco de conflictos entre grupos criminales, como el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), donde se reportan altercados por el control territorial.
Entre los detenidos se encuentra Juan Ramón Zepeda Ayala, alias “Chaparro”, quien supuestamente es responsable de resguardar y suministrar armamento para el grupo. Además, lidera una célula encargada del manejo de drones y explosivos. Los otros dos detenidos son Juan Manuel Salas Vázquez, de 32 años, y José de Jesús González Ureña, alias “Chuy”, de 30 años, quienes también tienen roles clave dentro de la organización.
Los Blancos de Troya son considerados herederos de Los Caballeros Templarios y se han aliado con otros grupos criminales tras la llegada del CJNG. En el trasfondo de su actividad delictiva, se encuentra la responsabilidad directa en los asesinatos de Manzo y Bravo, quienes habían estado organizando a los agricultores para contrarrestar la presión del crimen organizado.
Nicolás Sierra Santana, conocido como “El Gordo” o “El Curoco”, lidera la organización y es un objetivo prioritario para las autoridades estadounidenses, que han ofrecido hasta cinco millones de dólares por información que conduzca a su captura por tráfico de fentanilo y cocaína.
El clima de inseguridad en la región ha sido agudizado por la presencia de minas explosivas colocadas por las mafias locales, que han dejado como consecuencia víctimas entre civiles. En el último año, Los Blancos de Troya han sufrido importantes golpes estratégicos, incluyendo la detención de otros miembros clave. Con el cerco estrechándose tras el despliegue de seguridad posterior a los recientes asesinatos, el panorama para esta organización criminal parece estar cambiando.
El avance en las operaciones del gobierno sugiere un compromiso renovado en la lucha contra la extorsión y el crimen organizado en Michoacán, un problema que ha afectado gravemente a las comunidades locales y su economía.
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