El paisaje en Palestina se transforma en un poderoso instrumento de control bajo la ocupación israelí, marcando no solo el espacio físico, sino también las vidas de las personas que habitan en él. Pablo Rasgado, un artista originario de Jalisco, ha explorado esta temática a fondo a través de un proyecto de investigación en la región, que culminó en la publicación de un libro titulado Horizonte: Una expedición desde Jenin hasta Négev y una escultura vinculada a su trabajo.
Rasgado detalla cómo se entrelazan las experiencias diarias de los palestinos con las estructuras impuestas por la ocupación. Menciona la existencia de dos redes de carreteras en Palestina: una diseñada para el uso de los ciudadanos israelíes, rápida y directa, y otra que lleva a los palestinos por caminos tortuosos y lentos, condicionados por su nacionalidad. Esta dualidad no sólo afecta el transporte, sino también puntos de revisión, toques de queda y espacios inhabilitados, todo definido por el status legal de los individuos.
El artista, quien recibió una beca de la Fundación AM Qattan —una entidad creada por una familia palestina exiliada—, comenzó su investigación con la intención inicial de colaborar con otros. Con el tiempo, el proyecto se expandió, abarcando simposios y reuniones con organizaciones de derechos humanos y preservación del patrimonio palestino. A pesar de que la intención original era realizar una exposición en 2024, el asedio a Gaza, que comenzó en 2023, hizo que eso fuese inviable. El libro que logró terminar se volvió entonces una forma de regresar la experiencia a Palestina, enfatizando la importancia de que su contenido esté disponible en árabe, español e inglés.
Un concepto central en su obra es el de spoila, una práctica bélica antigua que utiliza los restos arquitectónicos de los derrotados. Rasgado la redefine en el contexto palestino, donde esos despojos no son solo ruinas, sino también los hogares y pertenencias de las familias que allí vivieron. La frase “akhaduha mafroosheh”, que se traduce como “totalmente amueblado”, resuena con dolor, reflejando la complejidad de una ocupación que se ha adueñado de lugares habitados y llenos de vida.
El proyecto de Rasgado también explora cómo el paisaje ha sido moldeado por la historia de conflictos, a lo largo de un siglo de construcción, destrucción y reconstrucción. El autor resalta que incluso la arqueología, un campo que debería estar destinado a la búsqueda de la verdad histórica, se ha convertido en un medio para validar narrativas específicas, como lo ilustra el museo La Ciudad de David.
El horizonte, en el contexto de su obra, no es solo un límite visual, sino un marco para interpretar la historia y la geología de la región. A través de su trabajo, Rasgado busca establecer un diálogo entre el ser humano y el paisaje, ilustrando cómo el cuerpo se relaciona con el entorno. Su enfoque incluye pintura con técnicas de restauración para inmortalizar imágenes en lugares como Jenin, Jerusalén y Ramallah, con la esperanza de que el paso del tiempo genere cambios visibles que puedan ser documentados.
A medida que el conflicto se intensifica, los proyectos de arte y investigación como el de Rasgado se convierten en testigos críticos de una realidad compleja, ofreciendo una narrativa alterna frente a la dominante. En un escenario marcado por la ocupación, el paisaje sirve como un espejo de la historia vivida por un pueblo que continúa luchando por su identidad y su existencia.
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