El Departamento de Estado de Estados Unidos ha tomado una decisión drástica al anunciar la negación de visas a un excomisario de la Unión Europea y a otros cuatro europeos. Esta medida, reportada el 23 de diciembre de 2025, responde a acusaciones de que estos individuos intentaron coaccionar a plataformas de redes sociales estadounidenses para censurar ciertos puntos de vista.
En su comunicado, el Departamento de Estado caracterizó a estos individuos como “activistas radicales” y “oenegés instrumentalizadas”, señalando que han promovido la censura orquestada por estados extranjeros, focalizándose en empresas y representantes de EE.UU. Al centro de esta controversia se encuentra Thierry Breton, excomisario europeo de Mercado Interior, quien se ha enfrentado a figuras prominentes de la tecnología, como Elon Musk, en su intento de hacer cumplir las regulaciones digitales impuestas en Europa.
Breton es descrito como “la mente maestra” detrás de la Ley de Servicios Digitales (DSA), una legislación que ha generado una intensa discusión por su enfoque en la moderación de contenido y la protección de datos en las redes sociales. Esta legislación ha sido objeto de críticas por parte de conservadores estadounidenses, quienes la consideran un instrumento de censura contra las voces de derecha en el continente europeo, un punto que la Unión Europea ha rechazado enfáticamente.
Además de Breton, la medida afecta a Imran Ahmed, fundador del Centro para la Lucha contra el Odio Digital. Ahmed se hizo conocido especialmente luego de que Musk comprara Twitter, ahora denominado X, y criticara la influencia de organizaciones como la suya. La prohibición de visa también se extiende a Anna-Lena von Hodenberg y Josephine Ballon, representantes de la organización alemana HateAid, que es vista por EE.UU. como un refuerzo de la DSA. Finalmente, Clare Melford, directora de la organización Global Disinformation Index, queda también incluida en esta lista de denial.
La decisión del Departamento de Estado refleja una creciente tensión entre los enfoques regulatorios de Europa y las posturas más laxas adoptadas en Estados Unidos respecto a la moderación de contenido en línea. A medida que estas dinámicas evolucionan, será crucial observar cómo las acciones de estos actores impactan el paisaje digital, no solo en Europa, sino también en el ámbito global.
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