El Viaje de Un Virus: De Málaga al Corazón de la Ciberseguridad
Después de más de tres décadas, Bernardo Quintero ha decidido buscar a la persona que transformó su vida: el programador anónimo detrás del Virus Málaga, que infectó su universidad en los años noventa. Este virus, aunque mayormente inofensivo, despertó en Quintero una pasión por la ciberseguridad que lo llevó a fundar VirusTotal, una startup que Google adquirió en 2012, asentando un importante centro de ciberseguridad en Málaga.
El impacto de aquel pequeño programa malicioso fue monumental. La historia comienza en 1992, cuando un joven Quintero, impulsado por un profesor, se aventuró a crear un antivirus para un programa de 2610 bytes que había proliferado en la Escuela Politécnica de Málaga. “Ese desafío en mi primer año de universidad encendió mi interés profundo en los virus informáticos y la seguridad”, comentó Quintero en entrevistas posteriores.
Movido por la nostalgia y el deseo de agradecer a su influenciador, Quintero inició a principios de año una búsqueda para descubrir la identidad del creador del virus. A través de los medios españoles, pidió ayuda para encontrar pistas y revisó el código del virus, buscando detalles que en su juventud había pasado por alto. Este trabajo finalmente le llevó a desvelar el misterio de su pasado, compartido en un post de LinkedIn que se hizo viral.
Durante su investigación, un antiguo compañero de la Escuela Politécnica, actualmente coordinador de transformación digital en Córdoba, lo ayudó a avanzar en su búsqueda. Este contacto no solo conocía detalles del virus, sino que también le proporcionó un nombre: Antonio Astorga, quien lamentablemente había fallecido. Astorga había diseñado el virus como un mensaje en contra del grupo terrorista ETA, algo que Quintero nunca había compartido.
A medida que la historia se desarrolló, Quintero descubrió que el verdadero nombre de Astorga era Antonio Enrique, conocido por su apodo “Kike”. La revelación de que Astorga había muerto antes de que pudiera agradecerle fue devastadora para Quintero. Sin embargo, su legado perdura no solo en la memoria de los que lo conocieron, sino también a través de su familia. Su hijo, Sergio, ahora graduado en ingeniería de software, sigue sus pasos en la ciberseguridad y la computación cuántica.
Quintero considera que el trabajo de Astorga sentó las bases del talento tecnológico en Málaga, que hoy se ve reforzado por la creación del Google Safety Engineering Center (GSEC) y las colaboraciones con la Universidad de Málaga. La historia de estos dos programadores, unidos por un pequeño virus y separados por el tiempo, ilustra la trayectoria de la ciberseguridad en España y la forma en que el legado de un individuo puede transformar una comunidad entera.
El impacto de Virus Málaga no solo transformó la vida de Quintero, buscando un propósito a través de la ciberseguridad, sino que también dejó una huella indeleble en la ciudad de Málaga. El viaje de un simple virus ha contribuido a la formación de un ecosistema tecnológico vibrante que sigue inspirando a nuevas generaciones. A medida que el campo de la ciberseguridad continúa evolucionando, Málaga se erige como un verdadero núcleo de innovación, gracias al impulso de aquellos que comenzaron su viaje con un simple desafío.
Este relato, entrelazado con nostalgia y admiración, invita a reflexionar sobre el impacto que pueden tener los eventos aparentemente pequeños en la vida de las personas, y cómo el pasado puede influir en la creación de un futuro prometedor.
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