El funeral del Papa Francisco, celebrado el 26 de abril de 2025, se convirtió en un evento conmemorativo de gran trascendencia en la Plaza de San Pedro, donde se congregaron decenas de miles de peregrinos y dolientes, además de múltiples jefes de Estado y dignatarios de diversas naciones. La misa, que empezó a las 10 de la mañana, reunió a más de 250,000 personas, en un acto de unidad y respeto hacia un líder religioso que dejó una impronta significativa en la historia contemporánea.
Desde su deceso el Lunes de Pascua, el cuerpo del Papa Francisco había estado expuesto en la Basílica de San Pedro, permitiendo que ciudadanos de todo el mundo presentaran sus respetos. La ceremonia, que duró poco más de dos horas, se desarrolló al aire libre bajo un cielo despejado, mientras cardenales, sacerdotes y diáconos de diversas partes del mundo ofrecían comunión a los fieles presentes.
Entre los asistentes, más de 130 delegaciones internacionales destacaron figuras como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, quienes sostuvieron una reunión productiva antes del inicio del servicio. También estuvieron presentes el primer ministro británico, Keir Starmer, el presidente francés, Emmanuel Macron, así como el expresidente de Estados Unidos, Joe Biden, acompañado por su esposa, Jill.
La homilía fue dirigida por el cardenal Giovanni Battista Re, quien evocó la imagen del Papa Francisco como un líder cercano a la gente, dispuesto a escuchar y comprender las inquietudes de su tiempo. Destacó su sensibilidad ante los desafíos globales, así como su compasión hacia los refugiados y desplazados. Battista Re recordó cómo el Papa abogó incansablemente por la paz en un contexto marcado por guerras y conflictos, enfatizando que estos eventos solo conducen a la destrucción y el sufrimiento.
El impacto del mensaje del Papa Francisco, que resonó en las palabras de Battista Re, subrayó la imperativa necesidad de un diálogo honesto y constructivo para abordar las crisis contemporáneas. La multitud, en su mayoría en silencio respetuoso, estalló en aplausos cuando el féretro del líder religioso fue sacado por última vez de la Basílica, simbolizando un adiós emotivo a un hombre que dedicó su vida a servir y sanar a la humanidad.
Este evento, registrado en la historia, no solo conmemora la vida del Papa Francisco, sino que también refuerza un llamado colectivo a la paz y la solidaridad, en un momento en que el mundo necesita con urgencia de tales valores.
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