El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado sigue siendo una carga abrumadora para las adolescentes en México, limitando drásticamente sus oportunidades educativas y de desarrollo personal. Según un informe de UNICEF y ONU Mujeres, el país se sitúa entre los que presentan la mayor brecha de género en este ámbito.
Este fenómeno no es simplemente un tema de adultos; niñas y adolescentes participan activamente en tareas del hogar. Sin embargo, son las adolescentes quienes enfrentan el mayor peso, generando efectos negativos sobre sus derechos a la educación, al descanso y a la recreación. Las cifras son alarmantes: las adolescentes en México dedican, en promedio, 3 horas y 12 minutos diarios a estas actividades, contrastando con las 1 hora y 52 minutos que sus pares varones invierten. Esta disparidad implica que ellas trabajan 80 minutos más al día que ellos en tareas domésticas y de cuidados, siendo esta la brecha más amplia entre los países analizados.
El exceso de responsabilidades no solo provoca cansancio físico y emocional, sino que también complica sus trayectorias educativas. Las adolescentes que pasan más tiempo en el cuidado suelen tener menos oportunidades para estudiar, asistir a la escuela o disfrutar de tiempo libre. Esta carga se agrava en entornos de pobreza y desigualdad, donde las adolescentes de estratos socioeconómicos bajos pueden llegar a duplicar o hasta triplicar el tiempo dedicado al cuidado en comparación con sus contrapartes en sectores más favorecidos. Este patrón de distribución de responsabilidades también perpetúa un ciclo intergeneracional, donde las hijas tienden a reproducir el rol que sus madres desempeñan en el hogar.
Además, el informe resalta que México ha comenzado a construir Sistemas Integrales de Cuidados. A pesar de estos avances legales y de desarrollo de políticas públicas, aún es crucial que se reconozca explícitamente el papel de los adolescentes como cuidadores. La Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) de 2019 ha documentado esta realidad, sacando a la luz el hecho de que niñas y adolescentes se convierten en proveedoras de cuidado en sus hogares.
El trabajo de cuidados no remunerado requiere ser reconocido, reducido y redistribuido para que no restrinja las aspiraciones de las adolescentes en México. UNICEF y ONU Mujeres enfatizan que no se trata únicamente de equilibrar el tiempo entre niños y niñas, sino de asegurar que ningún adolescente deba cargar con responsabilidades que afecten su educación y bienestar. Para avanzar en este objetivo, es fundamental fortalecer los servicios públicos de cuidado infantil, promover licencias parentales equitativas y transformar las normas culturales que naturalizan esta sobrecarga desde temprana edad.
La información presentada proviene de un análisis realizado en 2025, y es imperativo seguir monitoreando esta situación, especialmente ante la creciente relevancia de políticas más inclusivas que reconozcan el papel crítico que juegan las adolescentes en el ámbito del cuidado.
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