México se encuentra en la cúspide de una transformación en su sistema de pagos que podría revolutionar la manera en que se realizan las transacciones financieras. La interoperabilidad de pagos, un modelo que conecta diversas plataformas de pago, bancos y tarjetas a nivel nacional e internacional, promete momentos de facilidad similar a enviar un correo electrónico.
Un reciente estudio, titulado The Internet of Opportunity, revela que este enfoque podría ahorrar hasta 1,000 millones de dólares anuales en comisiones por remesas. Este ahorro sería un aliciente significativo, especialmente cuando se considera que el año pasado, las familias mexicanas recibieron más de 64,700 millones de dólares en remesas, enfrentando comisiones y tipos de cambio que les cuestan entre un 4% y un 5%.
El estudio también destaca que México tiene la capacidad técnica para implementar este modelo de interoperabilidad. De acuerdo con una encuesta realizada a varias instituciones, el 63% ya dispone de la infraestructura necesaria para adoptarlo y un 62% de los equipos técnicos podría implementar la interoperabilidad en menos de seis meses. Pese a esto, la adopción se ve obstaculizada por la falta de casos de uso claros que garanticen beneficios directos. Por lo tanto, 44% de los encuestados se muestra listo para experimentar con la interoperabilidad, mientras que un 56% prefiere adoptar una postura cautelosa.
La utilización del Protocolo Interledger (ILP) podría facilitar esta evolución, al igual que TCP/IP ha hecho posible la comunicación a través de Internet. Este protocolo permitiría la transmisión del dinero de manera universal, de tal forma que los pagos podrían fluir entre diferentes bancos, billeteras digitales y redes de tarjetas, así como también entre criptomonedas.
Para los beneficiarios de remesas, esto implicaría recibir dólares desde Estados Unidos inmediatamente en pesos, con mínimas comisiones. Para los comerciantes, significaría cobrar de forma ágil desde cualquier aplicación o banco, sin las complicaciones de contratos previos. Además, los desarrolladores tendrían la oportunidad de crear nuevas aplicaciones financieras de forma sencilla, sin necesidad de múltiples conexiones.
Sin embargo, es crucial reconocer que existen desafíos estructurales que complican la adopción generalizada de este sistema, como la brecha digital que afecta a las zonas rurales del país. Para implementar con éxito la interoperabilidad, es esencial que bancos, redes de tarjetas, reguladores, fintech y comercios unan fuerzas en un esfuerzo coordinado.
Ejemplos internacionales como el sistema de Pagos Unificados de India (UPI) y el sistema Pix de Brasil han mostrado que los sistemas interoperables pueden fomentar la inclusión financiera y aumentar el volumen de transacciones en un país. México presenta un gran potencial gracias a su tecnología, talento y demanda, pero la clave será establecer una coordinación adecuada, definir reglas claras y fomentar una voluntad conjunta entre los distintos actores.
Desde una perspectiva económica, la reducción de costos en los pagos representa una oportunidad no solo para las pequeñas y medianas empresas (PYMES), que actualmente enfrentan altos cargos en comisiones —un 2% en comparación con 0.33% en Brasil—, sino también para mejorar el acceso a servicios financieros en regiones rurales, abriendo las puertas a un futuro más inclusivo y eficiente.
Este es, sin duda, un momento decisivo para el ecosistema financiero mexicano, donde la interoperabilidad de pagos podría convertirse en un catalizador de progreso económico y social.
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