Desde hace semanas, el oficialismo ha lidiado con una creciente preocupación y acusaciones cruzadas en torno a las fotografías de diversas figuras políticas disfrutando de lujosos destinos turísticos. Los escándalos provocados por los viajes de personajes como Ricardo Monreal, Mario Delgado y Andy López Beltrán han desatado un intenso debate interno en la 4T, donde circulan dos versiones estratégicas para identificar a los responsables de estas filtraciones. Por un lado, los sectores más radicales acusan a las fuerzas de seguridad e inteligencia del país; por otro, aquellos alineados con Claudia Sheinbaum miran directamente hacia la CIA estadounidense.
Este conflicto interno no es casual. Las tensiones ya existentes entre los sectores duros del morenismo, cercanos a Andrés Manuel López Obrador, y los que responden a Sheinbaum se han hecho evidentes, especialmente con la aparición de Daniel Asaf, un amigo cercano de los López Obrador y señalado por ser un enlace político en San Lázaro sin la debida divulgación.
Algunos miembros del grupo más escéptico, que desconfían incluso del Palacio Nacional, han puesto el foco en el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, señalado como el hombre de máxima confianza de la presidenta. De acuerdo con estas versiones, las filtraciones habrían surgido del trabajo de inteligencia que él dirige desde el CICEN, siguiendo los registros de migración que documentan los movimientos de líderes de la 4T al extranjero. Adán Augusto ha hecho hincapié en este punto, apuntando también hacia Audomaro Martínez, exdirector de Inteligencia, como un potencial responsable de las filtraciones.
A pesar de estas acusaciones internas, desde el Palacio Nacional se rechazan tales argumentos y se sugiere que las filtraciones podrían ser el resultado de maniobras de la Casa Blanca. Se argumenta que ciertos nombres, incluidos Adán Augusto, Ricardo Monreal, Mario Delgado y Andy López Beltrán, ya se encuentran bajo el radar de la administración estadounidense por posibles vinculos con actividades delictivas.
La narrativa se sustenta en dos ejes principales. El primero sostiene que el gobierno nacional ya había advertido a las figuras de la 4T sobre la delicada situación bilateral existente, recomendando evitar vacaciones en los Estados Unidos para prevenir casos similares al de Cienfuegos. El segundo eje destaca que ninguno de los líderes fue visto en el país vecino, un hecho que pone en cuestionamiento la lógica de las acusaciones, pues se cumplió la recomendación de restringir los viajes al aquel territorio.
Mientras se desarrollan estas controversias, la 4T se enfrenta al reto de manejar disputas internas prolongadas y controlar la narrativa en un momento en el que la escalada de escándalos y denuncias ha puesto al oficialismo en una posición incómoda, tanto a nivel nacional como internacional. Las tensiones políticas se intensifican, revelando un sistema que lucha por mantenerse cohesionado en medio de sus propias crisis.
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