Alejandro Moreno Cárdenas, conocido como Alito, ha vuelto a acaparar la atención pública con su reciente denuncia contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, a quien acusa de tener vínculos con el Cártel de Sinaloa. Esta acusación, presentada ante la justicia mexicana, muestra la estrecha relación que mantiene con Marco Rubio, actual secretario de Estado de Estados Unidos, quien lidera una ofensiva contra el régimen bolivariano.
El movimiento de Alito no es una novedad. Recientemente, ha intensificado sus ataques hacia Adán Augusto López Hernández, en el contexto del caso conocido como “La Barredora”, donde el Partido Revolucionario Institucional (PRI) sostiene que la ofensiva proviene directamente de Rubio. En este sentido, Alito actúa como portavoz de temas delicados que, por cuestiones evidentes, no pueden ser directamente abordados por el embajador Ronald Johnson.
El contexto actual es crucial para Alito, quien enfrenta juicios de desafuero. Fortalecer su imagen junto a Rubio podría servirle como una forma de blindaje ante los desafíos legales que le aquejan. Rubio, considerado uno de los principales interlocutores del Gobierno de Biden, también se perfila como un posible sucesor de Donald Trump, lo que aumenta la relevancia de su conexión con los líderes mexicanos.
Durante la administración de Andrés Manuel López Obrador, Alito ya había utilizado una estrategia similar. Ante la presión de la gobernadora Layda Sansores, se dirigió a Washington para exponer los vínculos entre la organización política Morena y el crimen organizado. En aquel entonces, las acusaciones contra él no tuvieron éxito, siendo Adán Augusto quien gestionó esas relaciones desde la Secretaría de Gobernación.
La relación de Alito con Washington ha sido puesta en duda en varias ocasiones. Sin embargo, su alineación con Rubio ha coincidido con su incursión en la política de Sinaloa, junto a Mario López Valdéz, un exgobernador que también ha estado involucrado en controversias. Cabe destacar que Alito y Rubio mantienen un vínculo personal que data desde los años en que Alito fue gobernador de Campeche, con múltiples visitas a Florida.
Este entramado de relaciones y acusaciones no solo refleja la complejidad de la política mexicana, sino también las implicaciones que tiene en las relaciones internacionales, en un contexto donde las denuncias pueden ser vistas como herramientas estratégicas en un juego más amplio de intereses políticos. La situación continúa evolucionando, y las interacciones entre estos actores son el foco de atención tanto en México como en el extranjero.
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