El concepto de persona altamente sensible (PAS) ha tomado impulso desde la publicación del libro de Elaine Aron, *The Highly Sensitive Person*, que en su versión española se tituló *El don de la sensibilidad*. Desde su lanzamiento en 1996, ha cambiado la percepción sobre aquellas personas que experimentan el mundo de manera más intensa, llevándolas de sentirse “bichos raros” a una identificación con un grupo que representa aproximadamente el 20% de la población mundial.
A pesar de que el fenómeno es predominantemente occidental, en otras culturas, como las asiáticas, la alta sensibilidad ha sido históricamente reconocida y respetada. Este crecimiento en la aceptación de los PAS ha dado lugar a movimientos teóricos y asociaciones dedicadas a proporcionar apoyo y comprensión.
¿Un rasgo o un trastorno? El debate sigue abierto
El debate sobre si la alta sensibilidad constituye un rasgo de personalidad o un trastorno permanece activo entre los expertos. Aunque muchos terapeutas han comenzado a incorporar este concepto en sus prácticas, la comunidad científica no ha llegado a un consenso total. Investigaciones, como las de la neurocientífica Bianca Acevedo, han revelado diferencias en la actividad cerebral de los PAS, particularmente en áreas como la ínsula y el sistema de neuronas espejo. Sin embargo, el término aún no es oficialmente aceptado.
La discusión radica en si se debe considerar la alta sensibilidad como un rasgo de origen fisiológico, más que un trastorno. Según Aron, el PAS se define como un sistema nervioso hipersensible y no simplemente como un tipo de persona.
¿Nacemos PAS o nos hacemos así?
El origen de la alta sensibilidad también está en debate. Algunos creen que es genético, mientras que otros apuntan que experiencias traumáticas pueden activarla o intensificarla. Por otro lado, el catedrático de Psiquiatría José Luis Carrasco sostiene que la sensibilidad interpersonal tiene bases biológicas que se desarrollan a lo largo de los primeros años de vida, influenciadas por experiencias emocionales de la infancia.
El dilema persiste y los estudios sobre gemelos criados en ambientes distintos sugieren que la alta sensibilidad podría transmitirse de padres a hijos, aunque se necesita más investigación para confirmar esta hipótesis.
Cuatro letras para entenderlo todo: PSES
Aron ha definido cuatro aspectos esenciales que caracterizan a las personas altamente sensibles, resumidos en el acrónimo PSES: profundidad de procesamiento, sobreestimulación, fuerte emocionalidad y empatía, y sensibilidad a las sutilezas. Cada una de estas cualidades ofrece una visión más clara sobre las experiencias de los PAS y la manera en que interactúan con el mundo.
Procesamiento profundo
Las PAS suelen analizar información de manera más minuciosa, lo que, si se gestiona adecuadamente, puede resultar en una comprensión más completa de las situaciones. Sin embargo, sin límites, esta característica puede provocar problemas psicológicos.
Sobreestimulación
Esta capacidad de sentir cada elemento del entorno puede llevar a la sobrestimulación. Las PAS pueden captar energías y estados de ánimo, lo que a menudo resulta abrumador. Esta sensibilidad excesiva puede aumentar el riesgo de trastornos mentales, como la ansiedad o la depresión.
Fuerte emocionalidad y empatía
La alta empatía en estas personas les permite sintonizar con las emociones de quienes les rodean, convirtiéndose en apoyos valiosos. Sin embargo, deben aprender a protegerse de la carga emocional ajena.
Sensibilidad a las sutilezas
Las PAS tienen la capacidad de captar detalles que otros pueden pasar por alto. Este rasgo cognitivo se asocia con un cerebro más activo en áreas relacionadas con la conciencia. Esto puede llevar a una resiliencia mayor, ayudándoles a enfrentar traumas de manera efectiva si se utiliza de manera constructiva.
Cuando sentir mucho duele: los riesgos del rasgo
A pesar de sus bondades, la alta sensibilidad puede resultar en una serie de desafíos, como la propensión a la ansiedad o la depresión. Es importante reconocer estos riesgos y buscar maneras de mitigarlos, como la gestión emocional o la terapia.
¿Cerebro diferente?
Disfunciones en el sistema límbico cerebral pueden ser comunes entre las PAS, y la regulación de sus emociones es vital para su bienestar. La terapia tiende a tener buenos resultados para las PAS, especialmente si se aborda su sensibilidad desde una edad temprana.
Una personalidad intensa, compleja… y creativa
Desarrollar la inteligencia emocional es crucial para la gestión de la alta sensibilidad. Se recomienda aprender a observar las emociones sin interpretaciones sesgadas para fomentar una vida más equilibrada.
En conclusión, comprender y aceptar la alta sensibilidad permite a las personas identificarse plenamente con un rasgo que, lejos de ser un inconveniente, puede ser una fortaleza valiosa cuando se maneja adecuadamente.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.