Año en que los centros de datos brillaron

En un momento de la historia reciente, los centros de datos eran invisibles para la mayoría de los estadounidenses, considerados un componente crítico pero poco conocido de la infraestructura digital. Sin embargo, a medida que nos adentramos en 2025, este panorama está cambiando drásticamente.

En el último año, los centros de datos han generado protestas en diversos estados. Activistas regionales han levantado la voz contra el creciente número de centros de datos en el país. La organización Data Center Watch, que rastrea este tipo de activismo, reporta que actualmente existen 142 grupos organizados en 24 estados en contra de estas instalaciones.

Las preocupaciones de los activistas son variadas: desde las implicaciones ambientales y los posibles impactos en la salud, hasta el uso controvertido de la inteligencia artificial, y sobre todo, cómo estas nuevas adiciones a la red eléctrica podrían estar incrementando las facturas de electricidad local. Este descontento emergente parece ser una respuesta natural a un sector que ha crecido a un ritmo alarmante y que ahora se asienta en los patios traseros de las comunidades.

Desde 2021, los gastos en construcción de centros de datos se han disparado un 331%, alcanzando cientos de miles de millones de dólares. Esta creación masiva de infraestructura no muestra señales de desacelerar, con grandes tecnológicas como Google, Meta, Microsoft y Amazon proyectando gastos significativos para el próximo año, gran parte de los cuales se destinarán a estos proyectos.

El impulso por la infraestructura de inteligencia artificial no solo proviene de Silicon Valley, sino también de Washington, donde la administración anterior ha puesto énfasis en la IA como pilar de su agenda. Proyectos ambiciosos, como el Stargate Project, han anunciado una “reindustrialización” de Estados Unidos, sentando las bases para un auge masivo.

A medida que el sector se expande, también enfrenta un creciente rechazo. Activistas locales, como Danny Cendejas, han estado organizando acciones para frenar estos desarrollos. Informes indican que comunidades en estados como Michigan y Wisconsin han reaccionado de manera contundente ante la construcción de nuevos centros. En Michigan, por ejemplo, 16 ubicaciones están bajo consideración, y manifestantes han expresado su rechazo feroz a su llegada.

La intensificación de estas protestas no ha pasado desapercibida para los políticos, quienes reconocen que la creciente preocupación por el aumento de las facturas eléctricas podría influir en las elecciones intermedias de 2026. Esto ha llevado a muchos a cuestionar cómo se financian estos proyectos a expensas de las necesidades comunitarias.

En este clima de creciente activismo, se estima que hasta 64 mil millones de dólares en desarrollos han sido bloqueados o retrasados debido a la oposición grassroots. Cendejas señala que la presión pública está teniendo un efecto tangible en la detención de proyectos.

Por su parte, la industria tecnológica está respondiendo a estas críticas. Recientemente, una nueva asociación comercial, la National Artificial Intelligence Association, ha comenzado a distribuir puntos de discusión a miembros del Congreso, promoviendo las ventajas económicas de los centros de datos. Las campañas publicitarias de empresas tecnológicas están diseñadas para presentar estos desarrollos como una inversión esencial para el futuro.

Con el auge inminente de nuevas infraestructuras de datos, es evidente que en 2026 seguirán coexistiendo tanto los proyectos de expansión como las protestas y la polarización que los rodean. A medida que la intersección entre tecnología, energía y comunidades se vuelve más crítica, el diálogo continuará en un clima de creciente tensión y necesidad de respuestas.

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