Un Llamado a la Justicia frente a la Desaparición Forzada en México
La lucha por justicia y verdad en México se intensifica a medida que familias de diversas regiones –Chihuahua, Coahuila, Baja California, Morelos y el Estado de México– continúan buscando a sus seres queridos, perdidos en un contexto de creciente violencia. Desde hace más de 15 años, comunidades han encontrado miles de cuerpos en fosas clandestinas, resultado de un fenómeno de desapariciones que afecta a más de 126,000 personas en el país.
Entre esas voces cargadas de dolor, se encuentran historias como la de Nimbe Selene Zepeta Xochicua, desaparecida en mayo de 2019; Teodulfo Torres Soriano, que ha estado ausente desde 2013; y Jonathan Romero Gil, capturado y desaparecido por la policía en 2018. Las críticas a la inacción del gobierno son fuertes y visibles, incluyendo el desgarrador testimonio de madres que han perdido a sus hijos e hijas en esta espiral de violencia, así como el reciente asesinato de Fátima y Daniel, que ocurrieron a pesar de las promesas de protección estatal.
Cada año, más familias se unen en marchas hacia el centro del país, elevando sus voces en un clamor unificado que resuena desde el Ángel hasta el Zócalo. Estas colectivas, cada vez más numerosas y mayormente compuestas por jóvenes, exigen al gobierno que cumpla con su responsabilidad de buscar la verdad y brindar justicia. La actual administración ha sido acusada de ignorar la situación y minimizar el sufrimiento de múltiples familias, enfrentándose al dolor y la desesperación que estas jornadas de protesta conllevan.
Las demandas son claras y firmes: "no nos engañan con promesas falsas". Las familias reclaman una reestructuración de la Fiscalía General de la República (FGR) y procesos judiciales reales contra aquellos que perpetúan estas violaciones de derechos humanos. Este llamado abre un espacio para la reflexión sobre la complicidad de un sistema que ha tolerado el crimen organizado y ha fallado en garantizar la seguridad de sus ciudadanos.
La necesidad de un mecanismo de investigación independiente, como lo ha propuesto el Comité contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas, se hace cada vez más urgente. El enfoque está en investigar, encontrar a las personas desaparecidas y establecer medidas de prevención para evitar futuras tragedias. "¡Castigo a los culpables!" resuena en las marchas, enfatizando que la lucha de estas familias no cesará hasta que se haga justicia.
La situación actual, marcada por la indolencia de ciertos líderes, demanda no solo conmoción, sino movilización. La sociedad se enfrenta a un momento crítico: responder a este llamado a la solidaridad activa es fundamental para respaldar las demandas de verdad y justicia, hasta que cada persona desaparecida vuelva a casa.
El compromiso y la exigencia de las familias, lejos de diluirse, se fortalecen con cada marcha. La invitación es a unirse a esta causa, a no permanecer en la indiferencia y a hacer resonar el mensaje: "Sin las familias, no; sin las familias, nunca". La lucha por la dignidad y el reconocimiento de las víctimas de desapariciones forzadas continúa, y la sociedad debe estar al lado de quienes buscan justicia.
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