La participación del trabajo no remunerado en el Producto Interno Bruto (PIB) ha alcanzado niveles sin precedentes en dos décadas, convirtiéndose en un factor esencial para comprender la economía nacional. Este fenómeno refleja no solo el valor del trabajo doméstico y de cuidados, predominantemente realizado por mujeres, sino también las dinámicas sociales y económicas que subyacen a la sostenibilidad de las hogares.
Según recientes análisis, este trabajo no remunerado representa una parte significativa de la economía, equivaliendo a una cuarta parte del PIB. Este incremento en su valor se ha visto agravado por la pandemia, que obligó a muchas personas a asumir mayores responsabilidades dentro del hogar. Las largas horas dedicadas a tareas como el cuidado de niños, ancianos y las labores domésticas han puesto de manifiesto la invisibilidad de estas contribuciones, a pesar de ser fundamentales para el funcionamiento de la economía.
Cada vez más voces destacan la necesidad de visibilizar y valorar este trabajo, que, si bien no tiene remuneración directa, es esencial para el bienestar social. La falta de reconocimiento de estas laboras implica que muchas de ellas carecen de derechos laborales y de servicios básicos, como la seguridad social, la cual es crucial para proteger a quienes realizan este tipo de trabajo. Esto plantea un desafío adicional en términos de igualdad de género, ya que son las mujeres quienes mayor proporción de este trabajo no remunerado asumen.
Los economistas advierten que es imperativo considerar el trabajo no remunerado en el análisis económico tradicional. De hecho, añadir su valor al PIB podría ofrecer una imagen más completa de la economía real, y subrayar la desigualdad que enfrenta una gran parte de la población que trabaja incansablemente, pero sin el reconocimiento adecuado.
Adicionalmente, se sugiere que las políticas públicas deben evolucionar para abordar este tema, promoviendo medidas que faciliten la conciliación entre la vida laboral y doméstica. La implementación de servicios de cuidado accesibles y de calidad, así como la promoción de licencias parentales equitativas, son algunas estrategias que podrían aliviar la carga sobre quienes realizan estos trabajos.
A medida que la sociedad avanza hacia un mayor reconocimiento de la diversidad de formas de trabajo y su impacto en la economía, es crucial que se desarrolle un enfoque más inclusivo que valore y respete todas las contribuciones que sostienen la vida social y económica. Esto no solo beneficiará a quienes realizan este trabajo, sino que también fortalecerá la economía en su conjunto, promoviendo un desarrollo más equitativo y sostenible para el futuro.
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