En el fascinante mundo del arte y su resguardo, los robos tienen un lugar destacado en la historia. A lo largo de los años, varias obras maestras han sido sustraídas, algunas de manera audaz y otras a través de intrincadas tramas. A continuación, se narran algunos de los más emblemáticos atracos que han sacudido el mundo del arte.
Uno de los robos más célebres ocurrió en el corazón de París, en el año 1911. La icónica Mona Lisa, despierta admiración y misterio desde su creación, fue llevada por Vincenzo Peruggia, un ex trabajador del Louvre. Este audaz ladrón se ocultó en el museo y, tras salir, escondió la pintura bajo su abrigo. Pasaron dos años antes de que la obra fuera recuperada en Florencia, un episodio que ayudó a catapultar el retrato de Leonardo da Vinci a la fama mundial.
Un atraco que aún cuenta con un halo de misterio sucedió en el Museo Isabella Stewart Gardner de Boston en la madrugada del 18 de marzo de 1990. Dos hombres disfrazados de policías lograron entrar tras alegar una llamada de emergencia. Durante 81 minutos mantuvieron a los guardias atados con cinta adhesiva mientras sustraían 13 obras de arte, incluyendo maestras de Rembrandt, Vermeer, Degas y Manet. Con un botín estimado en 500 millones de dólares, las autoridades aún intentan resolver el caso, con algunas obras, como La tormenta en el mar de Galilea, dejando marcos vacíos que lloran su ausencia.
En un acto no menos audaz, en 2017, el Museo Bode de Berlín fue el escenario de un ingenioso robo en el que ladrones se llevaron una moneda de oro macizo de 100 kilogramos conocida como la Gran hoja de arce. Tras romper una caja protectora, los delincuentes huyeron por las vías del tren, llevando consigo un botín valorado en alrededor de 4.33 millones de dólares. Aunque tres hombres, entre ellos un guardia de seguridad del museo, fueron condenados, la moneda fue fragmentada y se cree que sus piezas fueron vendidas.
Otro atraco destacable se produjo en la Bóveda Verde de Dresde, uno de los museos más antiguos del mundo. En 2019, ladrones destrozaron vitrinas y sustrajeron joyas reales con detalles en diamantes, valuadas en cientos de millones de euros. Aunque parte del botín fue recuperado y varios hombres condenados, el valor de esas joyas sigue considerado “incalculable”, lo que realza la magnitud del delito.
No todos los robos requieren la sustracción de pinturas o esculturas. En un curioso suceso, un inodoro dorado del palacio de Blenheim en Inglaterra fue desprendido de su tubería en 2019. Este inodoro, una obra de arte funcional, creada por el artista conceptual Maurizio Cattelan, estuvo asegurado por más de 6 millones de dólares. Michael Jones, quien había utilizado la obra un día antes del robo, y sus cómplices, lograron escapar, dejando una devastadora inundación a su paso. Hasta hoy, el inodoro sigue desaparecido, se presume que fue cortado y vendido.
Los robos de arte enfatizan una vulnerabilidad en las instituciones culturales, donde obras de enorme valor y significado son objeto de ambiciones delictivas. Si bien algunos casos han terminado en condenas, muchos misterios permanecen sin resolverse, dejando una huella indeleble en la historia del arte.
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