En el dinámico mundo del arte contemporáneo, emergen voces que no solo coleccionan, sino que transforman la narrativa del mismo. Una figura destacada en este ámbito es Alejandra Castro Rioseco, quien ha dedicado años a dar visibilidad a las obras de artistas mujeres, esas voces que históricamente han permanecido en la sombra. Desde su iniciativa, MIA Art Collection, Castro Rioseco ha reunido no solo obras, sino también testimonios de resistencia y belleza, con el objetivo de invitar a la reflexión sobre la historia desde una perspectiva íntima.
Su enfoque trasciende la acumulación de piezas artísticas; su labor se enmarca en una reivindicación del espacio que las mujeres merecen en la historia del arte. Con más de 900 obras en su colección, cada una creada por una mujer artista, Castro Rioseco ha construido lo que podría considerarse una nueva constelación artística, abarcando diversas geografías y visiones, desde Santiago de Chile hasta Dubái y París.
Disruptiva en su enfoque, Alejandra Castro Rioseco se distancia del perfil del coleccionista convencional. Su trayectoria profesional como ingeniera, combinada con su pasión por el arte, alimenta su compromiso: el arte, para ella, no debe limitarse a embellecer espacios, sino que tiene la capacidad de transformar estructuras sociales y culturales.
Las conversaciones y encuentros que ha cultivado a lo largo de su trayectoria le han llevado a cuestionar el rol del coleccionismo en tiempos de cambio. Preguntas fundamentales surgen en su camino: ¿Qué significa coleccionar en un mundo que está en constante transformación? ¿Cómo puede una colección amplificar las voces de aquellas que han sido ignoradas? ¿Cuál es el papel de las mujeres en la reconfiguración de los relatos artísticos actuales?
En un reciente diálogo con un importante medio de comunicación, Castro Rioseco compartió cómo su crianza y los valores que heredó de su abuela han moldeado su visión del arte y la filantropía. La influencia de su abuela, una mujer de exquisita sensibilidad y amor por la belleza, la llevó a apreciar cada detalle de la vida, desde una simple taza de café hasta una obra maestra. Este trasfondo le enseñó la importancia de tener un propósito y un legado perdurable, reflejado en su trabajo diario con la colección.
A lo largo de su evolución como coleccionista, ha aprendido a rodearse de expertos, reconociendo que el conocimiento compartido es esencial para el crecimiento. Su iteración en el proceso de selección de obras ha evolucionado; ahora, se apoya en curadores, galeristas y amigos que aportan valiosas recomendaciones, ampliando sus horizontes y enriqueciendo su colección.
La MIA Art Collection no solo busca destacar el talento femenino en el ámbito artístico, sino también crear un espacio donde el arte se convierta en un vehículo de transformación social, permitiendo que las historias de mujeres sean finalmente escuchadas y valoradas. Esta iniciativa representa una interrogante abierta a todos sobre la manera en que el arte puede construir nuevos relatos y dar voz a quienes han estado en silencio.
Este compromiso con la diversidad y la inclusión en el arte sigue resonando, y su colección se perfila como un referente en un panorama donde el cambio es la única constante.
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