Aumentar los precios de las bebidas azucaradas en un 20% podría ser una de las estrategias más efectivas para reducir su consumo y prevenir enfermedades relacionadas. Según Judith Senyacen Méndez, directora adjunta de Investigación y especialista en Salud y Finanzas Públicas del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), este incremento podría llevar a una disminución del consumo de estas bebidas entre el 16% y el 19%.
La violencia del impacto de este aumento se manifiesta de manera más aguda entre los jóvenes y las personas de menores ingresos, quienes suelen ser más sensibles a los cambios de precio. De acuerdo con la organización Mundial de la Salud (OMS), este aumento del 20% en el costo de las bebidas azucaradas como los refrescos ha sido una recomendación desde 2016. La evidencia empírica respalda que incrementar los precios no solo reduce el consumo, sino que también permite aumentar la recaudación fiscal, lo que, según Senyacen, podría destinarse a programas de prevención y atención en salud.
El Consejo de Justicia Fiscal de Fundar, encabezado por el coordinador Iván Bremeunea, señala que la implementación de esta medida podría disminuir hasta en 970,000 los casos de obesidad en el país y generar una recaudación anual superior a los 104,000 millones de pesos, equivalentes al 60% del presupuesto del IMSS-Bienestar. Incluso un aumento del 6% en precios podría llevar a una reducción del 3.2% en los casos de obesidad, aunque Bremeunea aclara que prohibir estos productos no sería la solución más adecuada.
Históricamente, México introdujo en 2014 el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a las bebidas azucaradas, comenzando con una tarifa de 1 peso por litro, que actualmente ha aumentado a 1.64 pesos. Aunque la efectividad de esta medida ha sido objeto de debate, estudios de instituciones como el Colegio de México, el ITAM y la Universidad de Nuevo León han arrojado resultados mixtos. Mientras que el Colegio de México observó una disminución del 1.9% en el volumen de ventas de refrescos en 2014, el Instituto Nacional de Salud Pública reportó una baja del 6% en el consumo de estas bebidas tras la implementación del impuesto.
Bremeunea destaca que el actual impuesto a las bebidas azucaradas no tiene un impacto significativo, representando entre el 5.6% y el 5.9% del precio final de estos productos. Propone, por tanto, aumentar el gravamen al 20%, lamentando que México, que alguna vez fue pionero en este tipo de impuestos, se ha rezagado.
El consumo alto de azúcar se ha vinculado como una de las principales causas de muertes por enfermedades cardiovasculares, afectando de manera desproporcionada a las comunidades más marginadas, donde el consumo de refrescos se ha disparado y las enfermedades relacionadas han proliferado. Para abordar este problema, Fundar ha presentado propuestas a las autoridades que incluyen un aumento del impuesto a 7 pesos por litro, aplicable a todas las bebidas saborizadas, menos el agua. Estas propuestas también contemplan restricciones a la deducción fiscal en marketing y publicidad y una mayor transparencia en el régimen fiscal al que está sujeta la industria.
La información que aquí se presenta corresponde a la fecha de publicación original, siendo relevante para comprender el contexto actual en torno al consumo de bebidas azucaradas y su relación con la salud pública.
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