El legado del Papa Francisco en el ámbito del arte y la cultura cobra especial relevancia a través de las palabras de Barbara Jatta, la primera mujer en dirigir los Museos Vaticanos. En su posición, Jatta comparte la esencia de la misión papal: “Nos pidió que fuéramos una casa abierta, que tendiéramos puentes porque el arte ayuda al mundo a avanzar”. Esta directriz no solo está orientada a la conservación, sino a la democratización de la belleza y la accesibilidad del arte en general.
Desde su elección, el Papa ha instado a que cada forma de belleza sirva como medio de evangelización y consuelo. Su visión es que los museos deben ser espacios de acogida y diálogo, donde la belleza se transforme en un don para todos. Este enfoque se hizo palpable el 26 de marzo de 2015, cuando el Papa recibió en la Capilla Sixtina a 150 personas sin hogar, subrayando su deseo de que estos lugares fueran verdaderas casas de todos.
La directora de los Museos Vaticanos recuerda cómo el Papa ha enfatizado que el arte integrante de las colecciones no debe ser exclusivo. Al decir que deseaba que “cada visitante pudiera entrar y compartir estas colecciones universales”, refleja su intención de que el arte, más que un objeto de admiración, sea un vehículo de conexión y fe.
A raíz de esta visión, se llevaron a cabo renovaciones en el ámbito museográfico, destacando la transformación del Museo Etnológico Vaticano en “Anima Mundi”. Este espacio, que alberga más de cien mil piezas de diversas civilizaciones, se alinea con la misión de tender puentes entre culturas, fomentando un diálogo intercultural y espiritual.
El Papa ha mantenido encuentros con artistas en múltiples ocasiones, reafirmando su capacidad de diálogo e interacción, esencial en su liderazgo. Durante un evento conmemorativo del arte moderno, Jatta observó la profunda conexión emocional de los artistas, manifestando su gratitud por ser parte de esas iniciativas inclusivas.
Además, la apertura de palacios previamente cerrados al público, como el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, ha permitido que el patrimonio cultural y artístico de la Iglesia se comparta con un público más amplio, alineándose con la filosofía de Francisco de que estos tesoros pertenecen a todos.
Un gesto significativo en este contexto fue la exposición de la obra “La Resurrección de Cristo” de Perugino, que fue compartida durante la celebración del 500 aniversario del pintor. Este acto no solo ilumina la importancia del arte como medio de esperanza y trascendencia, sino que también encarna la visión del Papa Francisco de un arte accesible y enriquecedor para todos.
Así, Jatta cierra una reflexión profunda sobre la cercanía del Papa con cada pieza de arte y su compromiso con la inclusión y la diversidad cultural, recordando que a través del arte, el mensaje del evangelio puede resonar en todos los rincones de la humanidad. En este esfuerzo de apertura y conexión, Francisco nos ha dejado un legado perdurable que sigue invitando a la comunidad global a valorar y celebrar la belleza en todas sus formas.
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