El debate sobre la belleza y los estándares de belleza establecidos por la sociedad continúa hoy en día. En una era donde la prensa y las redes sociales nos bombardean con imágenes de modelos perfectas y cuerpos esculturales, puede ser difícil para la gente común sentirse bien consigo misma. En un artículo reciente, se abordó una perspectiva interesante sobre este tema. La autora sostiene que las mujeres con sobrepeso deberían ser divertidas y agradables porque su apariencia no les permite ser bordes, mientras que las mujeres delgadas, que se supone que son hermosas, pueden permitirse ser bordes gracias a su belleza. Este enfoque es preocupante, ya que fomenta una mentalidad tóxica y reduce a las mujeres a meros objetos de apariencia.
La presión para ser hermosa y delgada es una realidad a la que muchas mujeres se enfrentan todos los días. Esto es particularmente cierto para las mujeres en la industria de la moda y el entretenimiento, quienes a menudo son elegidas por su aspecto y deben cumplir con estándares específicos de belleza para tener éxito. Para aquellos que no cumplen con estos estándares, puede ser difícil navegar en un mundo que valora la apariencia sobre todas las demás cualidades. Pero la idea de que las mujeres con sobrepeso deberían ser divertidas y agradables para compensar su apariencia es altamente problemática. En primer lugar, no todos los que tienen sobrepeso son necesariamente divertidos o agradables. En segundo lugar, esta idea sugiere que la apariencia es el factor más importante en el valor de una persona, lo que es francamente tóxico e inapropiado.
Del mismo modo, no deberíamos permitir que las mujeres delgadas se complazcan en ser bordes o poco amistosas debido a su belleza. La belleza física no es una excusa para ser desagradable o poco servicial en la vida diaria. De hecho, podríamos argumentar que precisamente por esta razón deberían esforzarse aún más por ser amables y atentas ya que su belleza les otorga una ventaja significativa en muchos aspectos de la vida.
En última instancia, debemos esforzarnos por no apreciar a las mujeres únicamente por su apariencia. En lugar de examinar el aspecto de las personas, debemos centrarnos en su carácter y cualidades personales. Además, debemos recordar que la belleza es subjetiva y que lo que una persona encuentra hermoso puede ser diferente de lo que otra persona encuentra atractivo. En lugar de juzgar a alguien por su apariencia, deberíamos intentar avanzar hacia un mundo donde valoramos a las personas por lo que son en lugar de juzgarlas por su imagen. Tal vez entonces podamos dejar de juzgar a las mujeres basándose en su apariencia y centrarnos en lo que realmente importa: su verdadero valor como seres humanos.
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