El legado del Papa Francisco, fallecido recientemente tras doce años de pontificado, comenzó a manifestarse de manera palpable incluso antes de su funeral. A su llegada a Roma para participar en las exequias del Pontífice y en el próximo cónclave que elegirá a su sucesor, el Cardenal Fernando Chomali, Arzobispo de Santiago de Chile, compartió su impresión al ver a numerosas personas en situación de calle congregadas en la Plaza de San Pedro para dar su último adiós al Santo Padre.
“Me impresiona la cantidad de personas en situación de calle, mendigos, que han venido a saludar al Santo Padre. Él los miró a los ojos, los ayudó, los dignificó, se preocupó de ellos”, expresó conmovido el Cardenal Chomali en un video grabado frente a la plaza vaticana, añadiendo que este gesto habla profundamente del legado de Francisco. “Creo que es un legado muy importante que nos deja: trabajar arduamente, todos, gobierno, empresarios, todos, la Iglesia… para superar la pobreza que es un flagelo del siglo XXI”.
Desde el inicio de su papado en 2013, el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, tras escuchar las palabras “No te olvides de los pobres” susurradas por el Cardenal Cláudio Hummes al ser elegido, asumió un compromiso que marcó su pontificado. Esa frase no fue solo un consejo: se convirtió en el eje de su acción pastoral y en la esencia de su pontificado. Francisco no se olvidó de los pobres. Todo lo contrario: los puso en el centro.
Entre sus gestos más recordados destacan la celebración del funeral de un mendigo en las calles del Vaticano, la instalación de duchas y barberías para personas sin hogar, y la organización anual de la Jornada Mundial de los Pobres, que instauró en 2017 como una forma de recordar que el amor cristiano se expresa “con obras”, no solo con palabras. Durante estos encuentros, compartió el almuerzo con más de 1.500 personas sin recursos, provenientes de Roma y de distintos países.
Su compromiso no se limitó a gestos simbólicos: Francisco fue un defensor constante de la dignidad de quienes viven en la marginación. En homilías, discursos y documentos, su prédica por la justicia social fue constante. En su encíclica Fratelli Tutti, uno de los textos más representativos de su pensamiento social, reflexionó en torno al Buen Samaritano como modelo de acción ante el sufrimiento humano, instando a una Iglesia y una sociedad que “se detienen, se acercan y ayudan”.
A lo largo de su pontificado, Francisco no escatimó esfuerzos en dar voz a los que no la tienen, denunciando las estructuras que perpetúan la pobreza y promoviendo una economía que ponga a la persona en el centro. En sus visitas a países marcados por la desigualdad o el conflicto, el Papa insistió una y otra vez en el valor insustituible de cada vida humana, sin importar su condición social.
El impacto de este compromiso se ve reflejado hoy en la multitud que ha llegado a Roma desde distintos rincones para despedirse del Papa que los miró sin condescendencia, sino con cercanía real. “Realmente estoy conmovido de cómo personas tan, tan humildes, están aquí por horas para verlo por última vez, rezar por él y rendirle un merecido homenaje”, concluyó el Cardenal Chomali.
El Vaticano, en un comunicado publicado la mañana del jueves, confirmó que un grupo de pobres y personas sin techo se ubicará este sábado en la escalinata de la Basílica de Santa María la Mayor para esperar el paso del féretro del Papa Francisco, que recorrerá tres kilómetros desde la Basílica de San Pedro hasta el lugar donde será sepultado. “Los pobres ocupan un lugar privilegiado en el corazón de Dios. Así también en el corazón y en el Magisterio del Santo Padre, que eligió el nombre de Francisco para no olvidarlos nunca”, expresó el comunicado.
Así, en medio del dolor y la esperanza, se va un Papa que eligió vivir el Evangelio con radicalidad y ternura, con firmeza y compasión. Un Papa que no olvidó a los pobres —y que ahora son ellos quienes, fieles a su memoria, no se olvidan de él.
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