Alcarràs, de Carla Simón, ha ganado el Oso de Oro de Berlín 2022. La cineasta de 35 años es la primera directora española en ganar un festival de los grandes, y como su debut, Verano 1993, lo hace con una película pegada a su familia y a la tierra. M. Night Shyamalan, presidente del jurado, habló de la maravilla de combinación de actores amateurs de varias generaciones y su mezcla con una cámara pegada a la tierra.
En el escenario, Simón recordó la lucha de su familia y de otros agricultores por mantenerse fieles a esa tierra y a ese cultivo que todavía hacen con mimo y cariño. Y recordó la dificultad de realizar una película coral y marcada por los tiempos de la cosecha en tiempos de pandemia.
La carrera de Carla Simón arrancó justo en este certamen, en febrero de 2017, cuando Verano 1993 ganó el premio a la mejor ópera prima de todas las secciones, tras llevarse también el de mejor largo de la sección en la que participaba, Generation Kplus. Con Alcarràs, que se estrenará en salas españolas en primavera, la cineasta ha seguido explorando su propia historia y la de su familia, en esta ocasión la materna, dedicada al cultivo de frutales de manera artesanal, un negocio que vive sus últimos días por la caída de precios. “Sentía un deseo muy fuerte de retratar un mundo que se acaba, el que vive de recolectar melocotones y paraguayos”, contaba en Berlín.
De ahí el título, por la ciudad en la que residen sus primos y sus tíos (el filme también es un homenaje a su abuelo fallecido): Alcarràs, localidad de 9.000 habitantes al oeste de Lleida, en la comarca del Segriá, que vive principalmente del cultivo de frutales. “Vistos los tiempos actuales, los agricultores están convenciendo a sus hijos de que no sigan con la fruta, porque se la compran a un precio inferior a su coste. Por mucha pasión juvenil que haya, se ve claro su final”, decía la cineasta.
La cámara de Simón va pasando de un punto de vista a otro, de personaje a personaje, de manera orgánica para que el espectador los entienda a todos los integrantes de una familia ficticia, que ve cómo ha perdido sus frutales —que serán sustituidos por placas fotovoltaicas— porque no tenía por escrito el acuerdo de uso con los dueños. Y lo fascinante es que los protagonistas están encarnados por gente de la comarca, que no son actores ni se conocían entre sí. “Hicimos un proceso de selección entre casi 9.000 personas. Íbamos por las fiestas mayores de pueblo en pueblo buscando quién podía encarnar cada personaje durante un año, antes de la pandemia”, recordaba Simón.
La crisis sanitaria detuvo el rodaje. “Una vez elegidos, en la pospandemia, los junté a ensayar por parejas y distintas posibilidades: un día el abuelo y la nieta, otro los cuñados, otro los tres hermanos… E improvisamos situaciones familiares posibles para que crearan los lazos”. Alcarràs solo se podía filmar en los meses de estío, cuando se recogen los melocotones y los paraguayos, y por eso el equipo tuvo que esperar hasta verano de 2021 para realizar la película.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook y Twitter, o visitar nuestra pagina oficial.
La nota precedente contiene información del siguiente origen y de nuestra área de redacción.