Catástrofe en rascacielos: fuego mortal.

En un trágico giro de eventos, un devastador incendio en el complejo de apartamentos Wang Fuk Court, situado al norte de Hong Kong, ha dejado al menos 128 personas muertas y 79 heridas, entre ellas 12 bomberos. Este desastre, ocurrido en noviembre de 2025, se ha convertido en una de las crisis más alarmantes en la historia reciente de la ex colonia británica.

Los primeros informes indicaron que la rápida propagación del fuego se vio facilitada por la falla de los sistemas de alarmas contra incendios y el uso de materiales altamente inflamables en renovaciones recientes. El poliestireno que cubría las ventanas y ascensores, junto con andamios de bambú y lonas de plástico, actuó como acelerantes, convirtiendo la fachada del edificio en una antorcha vertical. En total, siete de las ocho torres de este complejo de 31 plantas sufrieron daños severos, lo que generó un caos y la desesperación de cerca de 4,600 residentes.

Mientras las autoridades luchan por extinguir las llamas, alrededor de 200 personas permanecen desaparecidas. Equipos de rescate trabajan incansablemente, revisando piso por piso en busca de supervivientes mientras los cadáveres son trasladados a un centro comunitario cercano para que los familiares de las víctimas puedan identificar a sus seres queridos.

La indignación pública ante esta tragedia ha crecido rápidamente. Muchos residentes denunciaron, meses antes del incendio, las condiciones peligrosas de la obra y la presencia de materiales inflamables. Las investigaciones han llevado a la detención de ocho personas, incluyendo tres ejecutivos de Prestige Construction & Engineering Co Limited, la empresa contratista de las obras de renovación, acusados de homicidio involuntario por el uso negligente de materiales peligrosos. Además, varios directivos de Will Power Architects Company, la consultora encargada del proyecto, también fueron arrestados.

Un informe del South China Morning Post sugiere que esta empresa había violado repetidamente los requisitos de seguridad en proyectos anteriores. A pesar de esta historial, el Gobierno de Hong Kong le otorgó el contrato para la renovación de Wang Fuk Court, construido en 1983. Los expertos han señalado que la combinación de poliestireno y malas prácticas de seguridad facilitó la propagación del fuego, que escaló a través de los pasillos y vegetación de los edificios en cuestión de minutos.

La polémica también se ha centrado en el uso de andamios de bambú, una práctica tradicional en Hong Kong. Pese a que algunos defienden su resistencia al fuego, muchos técnicos han puntuado su papel en el desastre. El jefe del Ejecutivo, John Lee, ha anunciado que se retirará el bambú de las obras, reemplazándolo por estructuras metálicas, lo que se considera más seguro.

Los medios locales informan que en Hong Kong hay aproximadamente 2,500 trabajadores que se dedican a montar andamios de bambú. A inicios de 2025, el Gobierno ya había instado a que al menos el 50% de los nuevos contratos públicos utilizaran estructuras metálicas, dada la naturaleza problemática del bambú en un entorno húmedo como el de la ciudad.

Tras los recientes eventos, el Gobierno de Hong Kong ha prometido compensaciones financieras a las familias de las víctimas, estimando en 200,000 dólares hongkoneses (alrededor de 22,000 euros) con una asignación adicional de 50,000 dólares hongkoneses (5,500 euros) para cada familia afectada. La conmoción y el dolor por esta tragedia aún se sienten en la comunidad, que clama por respuestas y justicia, recordando que en muchas ocasiones, se habían alzado voces advirtiendo sobre los serios riesgos de incendio existentes.

La pérdida de vidas y la magnitud del desastre han agitado la conciencia pública y política, marcando un antes y un después en la discusión sobre la seguridad y los materiales utilizados en la construcción en Hong Kong.

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