Cempasúchil: Vida y Tradición en Jamaica

Albergado en el vibrante corazón de la Ciudad de México, el Mercado de Jamaica se erige como un emblemático destino donde tradición y belleza se entrelazan. Este mercado es famoso a nivel mundial por su amplia variedad de flores de temporada que marcan el ritmo del calendario. Desde el primer vistazo, sus precios competitivos y la explosiva paleta de colores que ofrece lo destacan como un lugar icónico; sin embargo, tras cada venta de un pétalo se ocultan historias que enriquecen su esencia.

Inaugurado oficialmente en 1957 como parte de un plan de urbanización comercial durante la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines, se cree que esta área ha sido un centro de comercio desde tiempos prehispánicos. Hoy en día, más de 5,000 variedades de flores y mil puntos de venta que exhiben productos tradicionales de estados como Puebla, Oaxaca y Veracruz residen en su interior.

A medida que se acerca el Día de Muertos, una de las festividades más relevantes para la cultura mexicana, los pasillos del mercado se tiñen de vibrantes tonos anaranjados, mientras el dulce y característico aroma del cempasúchil llena el aire. El Mercado de Jamaica no solo es un lugar donde la floricultura cobra vida, sino que también forma parte integral del tejido cultural de la ciudad, sustancialmente enriquecido por la dedicación de sus trabajadores, quienes aportan un carácter enigmático a este rincón del sureste.

A través de las historias de quienes convierten el cultivo en un acto de amor, el mercado se convierte en un homenaje a generaciones de esfuerzo, reflejando la mexicanidad palpable en cada rincón y en cada rostro que lo hace posible.

Con la llegada de las siete de la mañana y el Día de Muertos a la vuelta de la esquina, camiones abarrotados de cempasúchil, nubes y flores de terciopelo reposan en la plaza central, símbolo del inicio de un día que para los comerciantes comenzó mucho antes del amanecer. Los ramos perfectamente organizados en los autos narran la pasión y la entrega de quienes se dedican a este oficio, haciendo del Mercado de Jamaica un lugar donde cada flor no es solo un producto, sino una parte vital de la celebración de una cultura rica y significativa.

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